El sitio www.elespanol.com publicó este artículo firmado por Iván Fernández Amil.
Araceli González, la espía gallega que engañó a Hitler
El 6 de junio de 1944, un ejército de más de 4.500 barcos transportaría 130.000 soldados, y 20.000 vehículos a lo largo del Canal de la Mancha, convirtiéndose en el mayor movimiento de personas y material de la historia de la Humanidad. Conocido como el Día D, el Desembarco de Normandía fue el inicio del fin de la Alemania Nazi, pero no hubiera sido posible sin la participación clave de un agente doble español, Juan Pujol, alias “Garbo”, que hizo creer a Hitler que la invasión se produciría en Calais, a 300 kilómetros. Garbo se convirtió en leyenda, pero recientes investigaciones parecen indicar que quizá el espía no había sido él, sino su bella esposa. Hoy conocemos una historia de película, la historia de Araceli González Carballo, la gallega que engañó a Hitler y que cambió el rumbo de una guerra.
Araceli nacía en Lugo en 1914, en una familia acomodada. En plena Guerra Civil se ofreció para trabajar como voluntaria en un hospital de sangre, hasta que en 1938 decidió que quería irse de su ciudad natal. Su padre le consiguió un puesto en Burgos, donde trabajaría como secretaria del Gobernador del Banco de España.
En febrero de 1939 conoce a Juan Pujol, un joven oficial catalán que había comenzado la guerra en el bando republicano para después pasarse al nacional, aunque ya no creía en éste. Se casan y se trasladan a Madrid.
Los dos eran de la opinión de que Hitler acabaría por llevar a Europa al desastre así que deciden ofrecerse a los británicos para ejercer como espías de los alemanes en Madrid.
Los británicos hicieron oídos sordos a su ofrecimiento, así que, en una arriesgada decisión, Araceli sugiere a su marido que, si se ganan la confianza del III Reich, entonces sí serían aceptados por los británicos. Pujol, oficial del ejército de Franco, se presenta en la embajada alemana en Madrid y se ofrece a los nazis. La estratagema funciona y comienza a trabajar para los Servicios Secretos del III Reich, la Abwehr. Se le bautiza como “Arabel” (de Araceli bella) y se le asigna a Friedrich Knappe como contacto.
Sin conocer ni un solo dato de interés, pasan informes a los nazis haciéndoles creer que residen en Londres y que tiene una red de informadores cuando, realmente, viven en Lisboa y todo lo que comparten con los alemanes son invenciones y rumores.
Conocedora de que su tapadora era realmente endeble, Araceli viaja a Madrid para fingir un ataque de celos ante Knappe. Se presenta en la embajada para decirle que sabía que el alemán había mantenido reuniones con su marido y para preguntarle si sabía algo sobre él, ya que se había ido a Londres sin previo aviso y no tenía noticias suyas, temiendo que le haya abandonado. Knappe, sucumbe al llanto y la belleza de Araceli y le desvela que Juan Pujol está realizando una labor esencial para el III Reich. El engaño había funcionado.
Tras ese encuentro, Pujol envía a Alemania una información de altísimo valor sobre una flota británica que había partido con destino a Malta. Se había enterado de los detalles por casualidad y consideraba que era tan falso como el resto de informaciones que enviaba a los nazis. Pero en esta ocasión acertó, y la Abwehr consideró la información como una muestra de la habilidad de Pujol.
Ese informe fue interceptado por los británicos y puso muy nerviosos a sus Servicios Secretos así que Araceli, sin informar a Pujol, decide que ya era hora de volver a intentarlo. Y para ello recurrió al Agregado Naval Norteamericano en Lisboa, Edward Rousseau, que le consigue una entrevista con los ingleses. Araceli suelta la bomba: “El espía que están ustedes buscando es mi marido”. La Inteligencia Británica recluta a Pujol y así es como nace “Garbo”, uno de los agentes dobles más importantes y decisivos de la Segunda Guerra Mundial que, desde Londres, y con una red de 27 espías falsos, desinformó a los nazis desde el año 1942 hasta el fin de la guerra.
A las órdenes del MI5, el Servicio Secreto Británico, transmitía información a los alemanes sobre qué zonas debían ser bombardeadas por su aviación, la Luftwaffe, sin saber que eran objetivos despoblados y sin interés estratégico. Para confundirlos, les enviaba fotos trucadas de ruinas y cadáveres, haciéndoles creer que los bombardeos habían sido un éxito.
Pero es en 1944 cuando su actuación se vuelve tan decisiva que hay quien considera que gracias a esta pareja los Aliados ganaron la Segunda Guerra Mundial. Con su red de espionaje falsa, hacen saber a la Inteligencia Alemana que la invasión del Día D se produciría en Calais y no en las playas de Normandía. Aquella información retardó la respuesta alemana lo suficiente como para que la invasión fuera un éxito. La misma madrugada del 6 de junio, Pujol envió un mensaje a los alemanes en el que les decía que el verdadero desembarco no era el que se estaba produciendo, sino que sería en Calais, días después. Hitler se lo tragó.
Lo sorprendente es que, según informes desclasificados del MI5, Araceli a punto estuvo de arruinar toda la operación. En 1943, Pujol mantenía a su mujer y sus dos hijos encerrados y controlados en casa, lo que acabó por hartar a Araceli. “No quiero vivir ni cinco minutos más con mi marido. Aunque me maten, me voy a la Embajada Española a desvelar la verdad sobre él”. Para evitarlo, los británicos engañaron a la gallega haciéndole creer que su marido había sido detenido por su culpa, para que entrara en razón, cosa que finalmente hizo.
A pesar de que Alemania se hundía, los nazis nunca sospecharon de Garbo, y Hitler le concedería la Cruz de Hierro, la mayor condecoración del III Reich.
Recibiría también la Orden del Imperio Británico, convirtiéndose en la única persona condecorada por ambos bandos de la Segunda Guerra Mundial, pero no podría recogerla, ya que regresa a Madrid con su familia antes de poder recibirla. En Madrid es citado por la Abwehr pero es Araceli la que acude por miedo a que sea una trampa. Pero los alemanes tan solo quieren entregarle una gratificación monetaria por los servicios prestados al extinto Reich.
Ya desvinculados del MI5, se trasladan a Venezuela, pero Araceli no se adapta a esa vida, por lo que regresa a Lugo con sus hijos y se separa de Garbo. Tres años después, en una situación financiera precaria, se instala en Madrid, donde los británicos recuerdan que la esposa de Garbo también les hizo ganar la guerra, por lo que le ayudan y le dan trabajo como intérprete de las embajadas británica y estadounidense.
En 1956 le llegaba la noticia de que su marido había muerto en Angola de Malaria, y se casa con Edward Kreisler, con el que mantiene una agitada vida social en la capital, donde reciben a los más ilustres invitados de Reino Unido y EEUU, y fundan una galería de arte que llegaría a tener sucursales en Nueva York y Miami y que, en la actualidad, sigue en funcionamiento.
Sin embargo, todavía faltaba un giro de guion a esta vida de película. En 1984 el escritor Nigel West se encontraba con Pujol a orillas del lago Maracaibo y le convenció para regresar a Londres y recibir el reconocimiento formal a sus logros durante la guerra. Resulta que su antiguo jefe en el MI5 había difundido el rumor de que había fallecido con el fin de sacar al espía de la circulación. Todos los diarios británicos y españoles, y distintas televisiones europeas lo presentaron como el héroe que era. Y el Príncipe Felipe de Edimburgo le homenajeaba públicamente en la conmemoración del 40 aniversario del Desembarco de Normandía.
El antiguo espía viajó a España y, tras pedir permiso a Araceli, se reencontró con sus hijos y conoció a sus nietos. La familia española también viajó a Venezuela donde Pujol había rehecho su vida y tenía otros tres hijos.
Juan Pujol moría en Venezuela en 1988, en Choroní donde, en una de sus posadas puede leerse: “Aquí estuvo el mayor espía de la historia”. Araceli lo haría tan solo dos años después, en Madrid, a raíz de un derrame cerebral. Sus restos descansan en el Cementerio Sacramental de San Isidro.
Nadie supo su verdadera historia hasta que el MI5, que desclasificó gran parte de los archivos que desvelaban la verdadera participación de Araceli en las aventuras de su marido, y escritores y periodistas como José de Cora, director del Progreso de Lugo, Ben Macintyre, editor de The Times, Javier Juárez o Edmond Roch (ganador de un Goya por su documental sobre Garbo), comenzaron a investigar.
Pero Garbo no fue una persona, sino que fue una asociación. No habría existido sin Pujol, pero tampoco sin la ayuda y valentía de Araceli. Habría que preguntarse quién de los dos fue realmente el espía. La respuesta no está tan clara como podría parecer.
Así fue como una gallega de Lugo se alió con un catalán de Barcelona para vivir una aventura que cambiaría el rumbo de la historia, en la que engañarían al III Reich, a los Nazis y al mismísimo Hitler. Sin ellos la historia de Europa y del mundo habría sido bien distinta.
Historias de la Historia…
Iván Fernández Amil. Top Inspira LinkedIn 2019. Storyteller. Jefe de Compras.
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Referencias:
- MACINTYRE, B. La historia secreta del Día D: La verdad sobre los superespías que engañaron a Hitler. Editorial Crítica, 2013
- JUÁREZ, J. Juan Pujol, el espía que derrotó a Hitler. Ediciones Martínez Roca, 2004
- DE CORA, J. El estornudo de la mariposa. Editorial Edhasa, 2016
- es.wikipedia.org
- elpais.com
- elprogreso.es
- lavozdegalicia.es
- farodevigo.es
- galiciaunica.es
- elespanol.com
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- garboespia.com
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