César Portillo de la Luz nació en La Habana, Cuba, el 31 de octubre de 1922, y murió en su ciudad, el 4 de mayo de 2013. Guitarrista y compositor.
El sitio www.ecured.cu publicó este recordatorio.
César Portillo de la Luz. Compositor y cantante, uno de los
fundadores del feeling junto con José Antonio Méndez y otros compositores. Su
música, ha servido de tema para el cine y ha sido grabada en varios países, se
distinguen por un texto de gran elaboración poética, un amplio sentido armónico
y líneas melódicas de gran riqueza.
Biografía
Nació en La Habana, Cuba, el 31 de octubre de 1922. A los 19
años de edad se inicia en el canto acompañado de su guitarra. Durante la
segunda década de los años cuarenta, Portillo de la Luz, junto a figuras de la
talla de José Antonio Méndez, Ñico Rojas, Rosendo Ruiz (hijo), Aida Diestro y
Elena Burke, entre otros, inician un género que, con nuevos elementos
expresivos y en el contexto de la canción trovadoresca cubana, establece un
diálogo de gran realismo con el público a través de la emoción y la estructura
sintáctica del bolero, al que dan el nombre de feeling.
Entre 1940 y 1950, su labor se hace relevante dentro del
ambiente trovadoresco, presentándose en centros nocturnos y famosos cabarets de
la capital como el Sans-Souci y el Pico Blanco del Hotel St. John.
Su vasta obra autoral ha enriquecido el patrimonio de la
cancionística cubana con canciones como Contigo en la distancia y Tú mi
delirio, las que cuentan con más de 100 versiones; otras como Noche cubana,
Sabrosón, Realidad y Fantasía y Canción de un festival, también han alcanzado
una amplia difusión internacional y lo han acreditado como importante
cantautor.
Sus temas han sido interpretados por afamadas figuras como
Nat King Cole, Lucho Gatica, Pedro Vargas, Fernando Fernández, Luis Mariano, Luis
Miguel, Plácido Domingo, Caetano Veloso, María Bethania, Osdalgia Lesmes y la
Orquesta Sinfónica de Londres entre otros.
Diversos escenarios de Europa y América han conocido sus
inolvidables composiciones y apreciado sus conferencias y clases de guitarra.
Vida profesional
Inició su carrera artística con un trío integrado por Cheo
Herrera, guitarra; Ignacio Herrera, tres, y él como cantante. Desde el
principio estuvo relacionado con los soneros, entre ellos el guitarrista
Enrique Vinajera, esto influyó en su afición por la guitarra, instrumento que
ejecutó por vez primera en 1939.
Con Vinajera aprendió, de forma empírica, las primeras
posiciones de este instrumento; posteriormente, con Enrique Cárdenas, de quien
escuchó su interpretación de Recuerdo de la Alhambra, de Francisco Tárrega,
algo de la técnica guitarrística. Así fue descubriendo dónde empezaba el acorde
y los otros intervalos que daban lugar a la tríada, que es el acorde más
elemental que se puede construir; a partir de ahí aprendió a buscar los sonidos
para formar un acorde, cómo aplicarlo y cómo colocar los dedos para construir
la posición y su digitación.
Hacia 1938, Portillo de la Luz estaba al tanto de todo lo
que aparecía, musicalmente hablando, en el cine: tango, huapango, canción, y la
música que se escuchaba en la banda sonora de los filmes norteamericanos, en
particular, el acompañamiento de la orquesta y la armonía que utilizaban los
compositores.
En ese momento comenzó a discriminar lo que escuchaba, y
esto lo indujo a escuchar jazz, dirigió su atención a la música de fondo de la
banda sonora como subrayado dramático, a la acción y al diálogo, a la imagen y
al diálogo, y a las revistas musicales, como Bataclán, Volando hacia Río de
Janeiro, y las de Ginger Rogers y Fred Astaire; es decir, lo que se producía en
el cine musical norteamericano de aquella época. Así aprendió a subrayar en su
música, el espíritu o el carácter del texto que se planteaba en la canción. Por
ahí le llegó el impresionismo; más tarde comprendió que la mayor parte de la
música que se utilizaba en esos filmes no era, desde el punto de vista
genérico, propiamente impresionista, aunque en su aplicación respondía a las
leyes del impresionismo.
Su contacto directo con Claude Debussy y Maurice Ravel, fue
a través de las grabaciones que escuchó en casa de Ñico Rojas, entre ellas, la
suite La mer, del compositor francés Claude Debussy, además de piezas de
Federico Chopin, Johannes Brahms y Franz Liszt.
Al respecto dice César: «Me gustó aquel mundo armónico, pero
de momento no me daba cuenta que estaba escuchando una música que alternaba su
basamento indistintamente con la escala occidental y con la escala oriental
también. Después, teóricamente, conocí esto; pero en aquel momento me resultó
novedoso, porque escuchaba sonoridades, armonías, que no eran comunes a todas
las músicas que yo venía escuchando, basadas en la escala occidental. Así pude
distinguir en qué consistía el impresionismo desde el punto de vista armónico y
su diferencia con la del romanticismo y la del clasicismo.»
Posteriormente, leyendo y escuchando hablar de música, fue
afirmando muchas de sus apreciaciones, y reafirmando esos conocimientos
empíricos, intuitivos. Sobre este proceso de intuición ha dicho: «yo no me
alegro de no haber estudiado música de una manera sistemática, pero asimismo
considero que ha sido una suerte que yo tuviera que intuir mucho para poder
hacer mi música, porque creo que lo que define a un artista es su capacidad de
intuición para resolver los problemas imprevistos que le plantea un proyecto de
creación. La tesis de trabajo no existe a priori, las soluciones para resolver
todos los problemas no están escritas; es decir, que todos los problemas que le
plantea a uno la obra en su proceso de creación no pueden buscarse en ningún manual,
pues no existen las recetas para resolverlos».
Su actitud abierta hacia toda la música que sonaba en aquel
momento, independientemente del género, le interesó: un corrido mexicano, un
tango, una guaracha o un bolero cubano. Su interés por la música popular fue
muy amplio; y en la medida que su pensamiento musical se fue desarrollando, le
permitió ser más selectivo a la hora de escuchar música, y se decidió por
aquella donde encontró una mayor riqueza armónica, particularmente la música
instrumental, incluyendo el jazz.
Concebida así y esto puede apreciarse en su canción
Interludio, la armonía para Portillo de la Luz, es un elemento de composición;
es, en esencia, otra composición por su independencia de la melodía, a la que,
sin embargo, sirve de marco para su expresión.
En esta etapa, Portillo de la Luz incluye al jazz como una
de las músicas que más lo impactaron, y cuya influencia es notable, sobre todo
en su modo de hacer guitarrístico. Estuvo atento a todo lo que pasaba en la
música de los Estados Unidos. Sin embargo, es después de la Segunda Guerra
Mundial cuando aparecen las primeras grabaciones discográficas de microestría,
que fue una revolución en el mundo del disco, pues en una sola placa se podía
tener la misma cantidad de música que en varias de 78 r.p.m.; y esto facilitó
la información musical de los compositores cubanos de este período.
Su influencia mayor fue la de Glenn Miller, que dejó una
huella imperecedera en su obra, particularmente en el aspecto tímbrico y
armónico. Otra de sus influencias fue la orquesta de Stan Kenton, que le
preparó el oído para escuchar a Duke Ellington, así como la de André
Kostelanetz. Todos estos músicos le ampliaron su universo sonoro y armónico.
Hacia 1940, entró en contacto con la obra de Manuel de
Falla, que escuchó junto a Ñico Rojas y Frank Emilio; el nivel como guitarrista
de Ñico, y el de Frank como pianista, estimularon su interés por este
compositor, y lo ayudaron a madurar como creador. Sin embargo, en el aspecto
guitarrístico, fue Vicente González Rubiera (Guyún), al que conoció en 1948,
quien lo deslumbró, al darse cuenta que la guitarra era mucho más de lo que
pensaba. Cuando se encontró con él comprendió que había muchos más caminos en
sus posibilidades de desarrollo.
Los miembros del movimiento filin vivieron la época del
advenimiento del cine sonoro, el desarrollo de la radiodifusión y la industria
discográfica; y estos medios les proporcionaron la información que contribuyó
al enriquecimiento de su pensamiento artístico y musical.
Cuando escribe Contigo en la distancia en 1946, ya había
alcanzado un nivel importante, esta canción marca el principio de su vida
profesional y de una personalidad particular desde el punto de vista
estilístico en el quehacer compositivo, es una canción que escribió cuando
tenía 24 años, una edad en que en la vida del hombre todo se expresa con
vitalidad, con fuerza, con pasión. Y, lógicamente, en este caso se enamoró de
una mujer con la que tuvo gran afinidad en aquel tiempo, una mujer de una gran
sensibilidad frente a la música. Cuando escribió Contigo en la distancia, no
tenía intención, de vivir de la música. Hacía música porque era una necesidad
particular, sin aspirar a sacarle ningún beneficio económico, ya que en aquel
tiempo vivía de los trabajos que hacía de pintor de brocha gorda y de las
clases de guitarra. O sea, que procedía con una autenticidad, con una
honestidad artística que evitaba que la canción se lastrara por urgencias de
tiempo, o cualquier otra cosa que le hiciera dar por terminada la canción antes
de tiempo y no le dejara, por lo tanto, pulirla. Para Cesar, el arte se define
por la forma, y la emoción que uno quiere expresar artísticamente y tiene que
hacerlo dentro de una forma artística lograda.
La primera versión al disco de Contigo en la distancia la
hizo en 1947, Fernando Fernández, a quien llamaban el crooner; fue una
grabación de la Victor con la orquestación de Sergio Guerrero; entre 1947 y
1953, se graban varios discos en los que aparece esta obra, y se incluyó en el
filme mexicano Callejera, donde Fernando Fernández era el protagonista;
posteriormente la grabó Andy Russell, que fue quien puso en órbita en México,
de una manera pujante, la canción; esta vez orquestada por el compositor y
pianista mexicano Mario Ruiz Armengol, quien es, sin dudas, uno de los grandes
orquestadores de la música popular en América Latina, según Portillo de la Luz,
«esta es, en mi opinión, la versión más lograda»; incluso, The Royal
Philarmonic Orchestra de Londres, bajo la dirección de Ettore Strata, con Jorge
Calandrelli, como pianista, tiene grabada una versión de Contigo en la
distancia, también el tenor español Plácido Domingo, y los cantantes Caetano
Veloso, brasileño, y Luis Miguel, mexicano.
Contigo en la distancia e Interludio son dos canciones que
comienzan con un recitativo; es decir, con un fragmento introductorio del tema
que se adiciona al principio, pero que no es el tema fundamental, para que
brille aún más y se destaque el planteamiento principal de la obra.
Este tipo de canción se hizo mucho en los Estados Unidos por
las décadas del 30, el 40, y Portillo de la Luz lo utilizó, además de en
Interludio, en Son al son. Porque él no concibe la canción como un hecho
aislado que la conforme, ni hace énfasis en uno de sus determinados
componentes. Sin embargo, en la obra de César Portillo de la Luz, el hecho
real, lo que interesa, es la canción misma y los vehículos que la engrandecen
son los elementos armónicos, melódicos, rítmicos y el texto. Ahora bien, para
él todos estos elementos son un hecho concreto, no aislado; y en ocasiones
puede que destaque los aspectos melódico y armónico, sobre el texto, para
después plantear la idea, con más fuerza, en una forma poética.
En este período, Portillo de la Luz había alcanzado un nivel
como creador, y esto le permitió hacer un programa como trovador. De 1946 data
Realidad y fantasía, que grabó Roberto con el Conjunto Casino, y con la
popularidad de esa obra, comienza a ser un compositor con cierto
reconocimiento, pero es Contigo en la distancia, del mismo año, la canción que lo
reafirma como compositor, y a la vez le permite, sin darse cuenta, meterse en
el mundo profesional de la música. Sin embargo, su verdadero debut profesional,
fue en el programa Canciones del Mañana con César y Rebeca (Rebeca era la
guitarra de César), que se trasmitía por la radioemisora Mil diez. Sin embargo,
su primer programa como profesional lo hizo en Radio Lavín en 1947; con él
trató de vender un espacio como trovador. En 1959, y como continuidad de aquel
programa, hizo otro en Radio Progreso que se llamó Canciones en la Tarde, que
inicialmente fue por la noche.
Después de Contigo en la distancia, en 1948 compone Es
nuestra canción, que aunque no tuvo un éxito tan rotundo como Contigo en la
distancia y más tarde Tú, mi delirio. En 1954 crea Canto a Rita Montaner; pero
Tú, mi delirio, alcanza el mismo éxito que Contigo en la distancia, que Nat
King Cole incluyó, interpretada al piano, con acompañamiento de orquesta, en un
álbum que grabó con música cubana y de otros países de América Latina.
En 1946, Portillo de la Luz estaba haciendo armónicamente el
mal llamado beguine, que es un movimiento a base de tónica, relativo menor,
interdominante, dominante, cuando da a conocer Realidad y fantasía, una obra
atrevidísima para su época, que es un paso de avance muy grande desde el punto
de vista de la composición. El autor a través de la armonía que va haciendo en
la guitarra en el preludio y durante el transcurso de la canción, va
sumergiendo al oyente, a partir de la relación armónica y melódica, con el vínculo
sentimental que él quiere provocar, en el ambiente creado por la atmósfera
melódica y armónica. Esta es una de las cosas más difíciles que tiene que
enfrentar un compositor en el momento de hacer su obra, traer de forma
ambiental, con todos estos elementos, a quien escucha, a ese sentimiento que él
puede haber pulsado o sentido en un momento determinado, y Portillo de la Luz
lo logra.
La canción, trazada con soltura en el diseño melódico que
caracteriza a su autor y concebida dentro del más puro estilo filin, es
portadora de un nuevo ingrediente en el texto, al desarrollarse la temática
amorosa más allá del conflicto íntimo, con la mirada vuelta hacia afuera, hacia
las calles, los parques y la ciudad que le sirve de escenario. Pero en el
momento que esto ocurre, y paralelo a él, Portillo de la Luz en sus textos y
armonía, giraba hacia otras direcciones, aunque sin apartarse totalmente del
filin. Esto es evidente en Es nuestra canción, 1948; Al hombre nuevo, 1967;
Canción a la canción, La hora de todos, y ¡Oh! valeroso Vietnam, 1968; en las
cuales, cada nuevo problema le planteaba soluciones artísticas diferentes, como
ha ocurrido, a través de la historia de la música, con los grandes creadores, y
César es uno de ellos. Como compositor, lo que define más decididamente la
manera de hacer de César es la concisión, resultado de la habitual
concentración de todas sus fuerzas espirituales hacia un objetivo determinado.
Esto por una parte; por la otra, en cada nueva canción ha aportado algo nuevo a
su obra, un paso ascendente con respecto a las demás y, por ende, ha
enriquecido el caudal de la música cubana.
Al componer, Portillo de la Luz deja madurar las ideas; no
escribe hasta que no está del todo satisfecho con lo que se le acaba de
ocurrir; de ahí la pulcritud y acabado de sus obras, de la adecuación entre
melodía y armonía. Siempre trata de desarrollar su discurso melódico dentro de
cierto cauce armónico; previendo sus enlaces, toda su articulación; a partir de
ahí es que trata de que haya una estrecha articulación de expresión entre el
discurso melódico y el curso del acompañamiento armónico. A su vez, este
discurso melódico que sirve de soporte al discurso prosódico, tiene que tener
también una unidad de estilo.
Muchos piensan que la inspiración es un estado divino, que
hay que esperar que «baje» para componer, escribir o pintar. Pero César concibe
«la canción como un estado de emoción estética y compulsión creadora. Si estos
elementos se manejan a partir del conocimiento de las estructuras formales, siempre
se producirá una obra que despierte la emoción de los demás».
En 1966, motivado por su participación en una jornada de
trabajo agrícola, escribe una canción que pudiera considerarse un preámbulo de
otras que vendrán después. En 1968 hace una canción basada en un personaje de
un cuento de Onelio Jorge Cardoso; y recrea el personaje de Pedro, el trovador,
del cual aparece el esqueleto en una cueva. El cuento se titula “Nadie me
encuentre ese muerto” [1968]. Es un regodeo de los cuentos de aparecidos de los
campesinos, pero a partir de uno de los personajes de Onelio, por lo cual
comienza a apartarse un poco de tratar en sus canciones solo el tema amoroso
para proponerse también otros, con temas que no son vivencias suyas propiamente
dichas. Empieza un poco a diversificar su temática. Entonces, en esa misma
etapa, es que compone Canción a la canción, en donde habla de la propia
canción, en la que está planteándose otros temas que no parten de la emoción
amorosa, sino de una manera de reflejar un poco la vida, resaltar cosas que
pueden tener interés en la vida y que no sean a partir de una vivencia suya en
particular; siendo un trabajo más intelectual.
Entonces, en una misma etapa, ya después, en 1967, escribió
su primera canción sobre la guerra de Viet Nam, que es un trabajo de tesis: La
hora de todos. Al año siguiente escribe !Oh!, valeroso Viet Nam, y en 1968 la
canción homenaje a Ernesto Che Guevara, que por cierto es la primera canción
que se escribió sobre el mismo. Después, en 1973, hace arenga para continuar
una batalla, que trata del golpe de estado a Salvador Allende. En su letra
plantea el terror revolucionario contra el terror contrarrevolucionario. Es un
poco de especulación poética, pero en función de un panfleto propio de ese
momento, como una contribución a la reflexión respecto a ese momento.
Comienza a tener otras inquietudes que no son las de
sublimar sus vivencias amorosas; es decir, ya no es una cosa personal. En este
período trata también de que su trabajo exprese cosas que puedan ser de interés
para otros. A eso contribuye el contexto social en que vive; y, además, de que
a partir de que posee una cierta seguridad de respuesta a lo que la gente puede
compartir con él.
Por los años 70 realiza la Canción de los juanes, que es una
canción al hombre y al trabajo, donde la tesis es que todo trabajo es importante,
y habla de Juan Panadero, Juan Albañil, Juan el Fusil fusil de abril; es un
trabajo con otras inquietudes. Esto significa una transformación desde el punto
de vista profesional.
Su principal propósito es seguir expresando cosas desde la
canción, pero con temas diversos; entre ellos la canción de amor, de crítica a
ciertas formas del comportamiento humano, como las que ha hecho en los casos de
los mecenas, los miméticos, los oportunistas, los iconoclastas, los prepotentes
y los perdonavidas.
César piensa que la madurez de uno como hombre lo capacita
para motivarse con otras cosas menos egoístas, que no sean sus propias pasiones
amorosas. No conforme con lo realizado, y en búsqueda por renovar su lenguaje,
Portillo de la Luz llegó a la conclusión de que en sus últimos trabajos hay un
ritmo y un juego con las palabras que es completamente guilleniano, sin que
haya tenido la intención de manejarla; porque, además, se considera un
diletante de la poesía de Guillén; es decir, no es un estudioso de su poesía,
no la conoce profundamente como para ponerse a trabajar a partir de ella. La
poesía de Guillén fue dándose en él como un código sin que se diera cuenta.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento,
con uno de sus grandes éxitos: Contigo a la Distancia, en la interpretación de Las
Tres Grandes: Tania Libertad, Eugenia León, y Guadalupe Pineda.