El Diario La Nación, en su edición digital, publicó este artículo de BBC Mundo.
Alemania nazi: la historia de las temibles torturadoras
de las SS
25 de octubre de 202108:38
Mujeres guardias del campo de concentración nazi RavensbrückMEMORIAL DE RAVENSBRÜCK
En un anuncio de empleo de un periódico alemán en 1944 se
leía: “Se buscan trabajadoras sanas de entre 20 y 40 años para un
emplazamiento militar”. En él se prometía a las seleccionadas buenos
salarios y comida, alojamiento y ropa gratuitos. Lo que no se menciona es
que la ropa es un uniforme de las SS.
Y que el "sitio militar" era el campo de
concentración de mujeres de Ravensbrück. Los precarios barracones de madera
para las prisioneras desaparecieron hace mucho tiempo. Todo lo que queda es un
campo rocoso inquietantemente vacío a unos 80 kilómetros al norte de
Berlín.
Contenían ocho atractivas villas de construcción sólida con
persianas de madera y balcones. Eran una versión nazi de la década de 1940 de
las cabañas medievales alemanas. Allí es donde vivían las guardias, algunas con
sus hijos. Desde los balcones podían divisar un bosque y un hermoso
lago.
"Fue el momento más hermoso de mi vida", dijo
una exguardia, décadas después. Pero desde sus dormitorios también habrían
visto la fila de prisioneras encadenadas y las chimeneas de la cámara de gas.
"Muchos visitantes que vienen al monumento preguntan sobre estas
mujeres y sin embargo no hay tantas preguntas sobre los hombres que trabajaron
en este campo", contó Andrea Genest, directora del
museo conmemorativo en Ravensbrück, mientras me muestra dónde vivían las
mujeres.
"A la gente no le gusta pensar que las mujeres pueden
ser tan crueles", agregó. Muchas de las jóvenes provenían de
familias pobres, abandonaron la escuela temprano y tenían pocas oportunidades
profesionales.
La guardia Johanna Langefeld con su hijo y la hija de otro guardiaMEMORIAL DE RAVENSBRÜCK
Un trabajo en un campo de concentración significaba
salarios más altos, alojamiento confortable e independencia
financiera. "Era más atractivo que trabajar en una fábrica", resaltó
Genest. Muchas fueron adoctrinadas temprano en los grupos juveniles nazis y
creían en la ideología de Hitler. "Sentían que estaban apoyando a
la sociedad y haciendo algo contra el enemigo", afirmó.
Infierno y comodidades hogareñas
Dentro de una de las casas, una nueva exposición muestra
fotos de lo que hacían las mujeres guardias en su tiempo libre. La
mayoría tenía veintitantos años, eran guapas y llevaban peinados de moda. Las
imágenes las reflejan sonriendo mientras toman café y comen torta en casa. O
riendo, con los brazos entrelazados, mientras pasean por el bosque
cercano con sus perros.
Las escenas parecen inocentes, hasta que notás
la insignia de las SS en la ropa de las mujeres y recordás que esos mismos
perros alsacianos fueron utilizados para atormentar a la gente en los campos de
concentración. Unas 3500 mujeres trabajaban como guardias de
los campos de concentración nazis, y todas comenzaron en Ravensbrück.
Muchas acabaron trabajando más tarde en campos de exterminio
como Auschwitz-Birkenau o Bergen-Belsen."Eran gente horrible",
aclaró a la BBC Selma van de Perre, de 98 años,
por teléfono desde su casa en Londres.
Van de Perre era una luchadora de la resistencia
judía holandesa que fue encarcelada en Ravensbrück como presa
política. "Probablemente les gustaba trabajar allí porque les dio poder.
Les dio mucho poder sobre las prisioneras. Algunas prisioneras eran
maltratadas. Golpeadas", recordó. Selma trabajó clandestinamente en
los Países Bajos cuando fueron ocupados por los nazis y ayudó a escapar a
familias judías.
Una postal de Navidad para la guardia de las SS Anna EnsererMEMORIAL DE RAVENSBRÜCK
En septiembre publicó un libro en el Reino Unido sobre sus
experiencias, My Name Is Selma (Mi nombre es Selma). Este
año se lanzará en otros países, incluida Alemania. Los padres y la
hermana adolescente de Selma fueron asesinados en los campos, y casi todos los
años regresa a Ravensbrück para participar en eventos que recuerdan los
crímenes cometidos allí.
Ravensbrück era el campo de concentración solo para
mujeres más grande de la Alemania nazi. Más de 120.000 mujeres de toda
Europa fueron encarceladas aquí. Muchas eran combatientes de la resistencia u
opositoras políticas. Otras fueron consideradas "no aptas"
para la sociedad nazi: judías, lesbianas, trabajadoras sexuales o
mujeres sin hogar. Al menos 30.000 mujeres murieron aquí.
Algunas fueron gaseadas o ahorcadas. Otras
murieron de hambre, por enfermedades o trabajaron hasta morir. Fueron tratadas
brutalmente por muchas de las guardias: golpeadas, torturadas o asesinadas.
Las prisioneras les pusieron apodos, como
"Brygyda la sangrienta" o "Anna revólver". Después de la
guerra, durante los juicios por crímenes de guerra nazis en 1945, Irma Grese
fue apodada por la prensa como la "bella bestia". Joven, atractiva y
rubia, fue declarada culpable de asesinato y condenada a muerte en la
horca. El cliché de la mujer rubia y sádica con uniforme de las SS se
convirtió más tarde en una figura de culto sexualizada en películas y
cómics.
Pocas condenas
Pero de las miles de mujeres que trabajaban como guardias de
las SS, solo 77 fueron procesadas. Y muy pocas fueron
realmente condenadas. Se retrataron a sí mismas como ayudantes
ignorantes, fáciles de manipular en la patriarcal sociedad de la Alemania Occidental
de la posguerra. La mayoría nunca habló del pasado.
El jefe de las SS Heinrich Himmler visitó el campo de Ravensbrück en enero de 1941MEMORIAL DE RAVENSBRÜCK
Se casaron, cambiaron sus nombres y se desvanecieron en
la sociedad. Una mujer, Herta Bothe, que fue encarcelada por horrendos
actos de violencia, habló más tarde en público. Fue indultada por los
británicos, después de pasar solo unos años en prisión. En una rara entrevista,
grabada en 1999 justo antes de morir, no mostró ningún arrepentimiento.
"¿Cometí un error? No. El error fue que era un campo
de concentración, pero tenía que ir a él, de lo contrario me habrían metido en
él. Ese fue el error".
La excusa
Esa era una excusa que solían dar los exguardias. Pero
no era cierta. Los registros muestran que algunas de las nuevas guardias
dejaron Ravensbrück tan pronto como se dieron cuenta de lo que implicaba el
trabajo. Se les permitió irse y no sufrieron represalias.
La BBC le preguntó a Selma si cree que las
guardias eran monstruos diabólicos y respondió: "Creo que eran
mujeres comunes que hacían cosas diabólicas. Creo que eso puede suceder en
cualquier lugar y a cualquier persona, incluso en Inglaterra. Puede suceder
aquí si estuviera permitido".
A pesar de los horribles crímenes,
muy pocas guardias fueron condenadas después de la guerraMEMORIAL DE
RAVENSBRÜCK
Es una lección escalofriante, comentó. Desde la guerra, las
guardias de las SS se retrataron en muchos libros y películas. La más famosa
fue The Reader, una novela alemana que luego se convirtió en una
película protagonizada por Kate Winslet. A veces se retrata
a las mujeres como víctimas de explotación. En otras ocasiones como
monstruos sádicos. La verdad es más espantosa.
No eran monstruos extraordinarios, sino mujeres
ordinarias, que terminaron haciendo cosas monstruosas.