martes, 23 de septiembre de 2014

Vincenzo Bellini



Vincenzo Salvatore Carmelo Francesco Bellini, nació en Catania, Italia, el 3 de noviembre de 1801 y murió en Puteaux, Francia, el 23 de septiembre de 1835. Compositor.

Hijo del organista Rosario Bellini, recibió las primeras lecciones de música de su padre y de su abuelo, Vincenzo Tobia. Bellini fue un niño prodigio y su primera composición data de cuando tenía seis años.

Con una beca que le proporcionó el Duque de San Martino ingresó en Colegio de San Sebastián de Nápoles, donde estudió armonía con Giovanni Furno, contrapunto con Giacomo Tritto y composición con el célebre Nicola Zingarelli.

Compuso música sacra, de cámara, un famoso concierto para oboe, pero es la ópera el género musical que le dio fama. Compuso para virtuosos del bel canto, e intentó minimizar las diferencias clásicas entre las partes cantadas y recitadas, manteniendo la tensión dramática.


El estreno de su primera ópera, Adelson e Salvini, se produjo en 1825. Domenico Barbaja, director del Teatro de San Carlos de Nápoles y de La Scala de Milán, se interesó por ella, encargándole varias obras posteriormente.

Su obra más difundida es Norma, en la que destaca la muy célebre aria Casta Diva, donde se conjuntan la gravedad clásica con un apasionamiento muy romántico en la expresión, siendo éste uno de los grandes roles para soprano dentro del repertorio. 

Durante el siglo XX destacaron en este papel Maria Callas, que fue la más famosa Norma del siglo; y Joan Sutherland quien recuperó el carácter puramente belcantista del papel, enterrado por los excesos veristas de las generaciones de cantantes anteriores.

Luego de tratar de introducirse en el ambiente operístico de Londres con escasa resonancia, Bellini se retiró a París. En Francia lo sorprendió la muerte a los 34 años, tras una breve enfermedad.


A continuación, de Vincenzo Bellini, la ópera I Puritani, en la versión de los solistas Juan Diego Flores, Nino Machaidze, e Ildebrando D´arcangelo, junto al Coro y la Orquesta del Teatro Comunale di Bologna, dirigida por Michele Mariotti, en la producción realizada en Bolonia en 2009.




Los puritanos de Escocia, título original en italiano, I Puritani di Scozia, es una ópera en tres actos con música de Vincenzo Bellini y libreto en italiano de Carlo Pepoli, basado en el drama Têtes rondes et cavaliers, de Jacques-François Ancelot y X. Boniface Saintine. Se estrenó el 25 de enero de 1835 en el Théâtre Italien de París. Fue la última obra del compositor, que murió poco después de su estreno.
Narra el drama amoroso de Elvira y Arturo en plena guerra civil entre los puritanos, partidarios de Oliver Cromwell, y los realistas que apoyaban a la casa de los Estuardo.

En Los puritanos aparece la faceta melancólica de Bellini. El fraseo es de gran elegancia y la ópera demanda capacidades vocales importantes de los cantantes. Es particularmente difícil para sopranos y barítonos.

Bellini compuso la que fue su última obra en nueve meses, entre abril de 1834 y enero del 1835.
Inicialmente estructurada en dos actos, la ópera se dividió en tres actos poco antes de su estreno. Para esta ocasión, y por consejo de Rossini, Bellini añadió un dúo entre Giorgio y Riccardo, como final del segundo acto, que sustituyó un breve recitativo.



La ópera se desarrolla cerca del año 1650, en un castillo en los alrededores de Plymouth, Inglaterra.

Acto I Cuadro primero. Exterior de la ciudadela de Plymouth. 

Los soldados puritanos que combaten bajo el mando de Cromwell auguran un próximo fin a la guerra civil que sostienen contra los realistas. Como después de encarnizadas luchas dominan ya la mayor parte del territorio inglés, no dudan ni un instante que la victoria será favorable a sus ejércitos. Entre los combatientes se encuentra Sir Ricardo Forth, quien está enamorado de Elvira, hija del gobernador de la ciudadela, Lord Walton. El caballero puritano expone al padre de su amada el amor que ésta le inspira y su pretensión de obtener un día su mano. Pero Lord Walton declina el honor de la petición y elude por el momento comprometerse a nada, alegando no estar del todo convencido de que su hija corresponde a esta pasión. Sir Ricardo expresa su contrariedad y desconsuelo ante esta evasiva, con su hermosa canción: " ¡Ah, flor de amor para mí perdida! "

Cuadro segundo. Antecámara de Elvira. 
Ésta se encuentra en escena escuchando a su tío, Sir George, el cual le da cuenta de haber persuadido a su padre de no obligarla a aceptar por esposo a Sir Ricardo. De pronto, suenan las trompetas anunciando la llegada de Lord Arturo, caballero realista del cual está enamorada Elvira, a pesar de la oposición de sus ideas políticas. Entra Lord Arturo trayendo varios presentes entre los que ofrece un amplio y fino velo blanco de desposada.

Al poco tiempo de hallarse el caballero realista en la ciudadela de Plymouth descubre que Enriqueta de Francia, viuda del desventurado Carlos I, está prisionera en la fortaleza y su destino va a ser semejante al del infortunado Rey. Su lealtad hacia la causa de sus Soberanos le decide a libertarla valiéndose de su inmunidad en aquel lugar y aún a costa de su mismo amor.

Aprovechando un descuido, introduce a la Reina en la antecámara y la cubre con el amplio velo de desposada destinado a Elvira. Los centinelas y guardias, confundiéndola con la hija del Gobernador, la dejan salir sin dificultad. Al descubrirse la evasión, Elvira cree que su amado la ha abandonado por otra mujer y es tan grande su pena, que enloquece de repente. Los caballeros puritanos que la rodean juran solemnemente vengar la supuesta infamia de Lord Arturo.

Acto II.Campamento de los puritanos. 

Los pregones anuncian que Lord Arturo Talbot ha sido condenado a muerte por el Parlamento por haber ayudado a la Reina Enriqueta a escapar de su encierro. Aparece la demente Elvira y canta una dulce melodía de añoranza que en el desconcierto de su sinrazón le recuerda a su amado.

Entra el tío de Elvira, Sir George, acompañado de Sir Ricardo Forth, al cual suplica que interceda para conseguir el perdón de Lord Arturo. El caballero rival se deja convencer al fin y promete obtener dicho perdón si Lord Arturo se presenta en el campamento sin armas y abjurando de sus ideales realistas. Sir George acepta esas condiciones que dice transmitirá a su protegido. 

Finalmente, los dos caballeros puritanos brindan su lealtad a la causa por la cual combaten, en un espléndido dueto: "Suenen, suenen los clarines".

Acto III. Jardín contiguo a la morada de Elvira. 

Lord Arturo, perseguido y acosado por sus enemigos, aguarda con ansia la oportunidad de poder alejarse de Inglaterra. Pero antes de abandonar definitivamente a su patria, desea ver a Elvira por última vez. Con este propósito merodea por los alrededores de donde habita su amada esperando que el Destino les coloque frente a frente.

Entra Elvira en el jardín y al divisar inesperadamente a Lord Arturo su alegría es tan intensa, que de pronto parece haber recobrado la razón. Llena de gozo, canta: "Ven, ven a mis brazos". Súbitamente suena el redoble de los tambores de la tropa que se acerca. Ante el peligro que corre su amado, Elvira sufre un nuevo desvarío.

Los soldados puritanos capturan al caballero realista y cumplimentando la orden dada por el Parlamento, se disponen a ejecutarlo. Pero en el preciso instante llega un mensajero trayendo un bando de Cromwell en el que se da cuenta de la derrota de los realistas y del indulto general concedido por el dictador a todos los prisioneros de guerra. Elvira, al ver libertado a Lord Arturo, recobra de nuevo la razón y amorosamente se cobija en sus brazos, esta vez para siempre.