El sitio www.lanacion.com.ar publicó esta entrevista realizada por Malú Pandolfo.
José Narosky fue escribano hasta que se convirtió en el
dueño de los aforismos: creó 17.000 y, a los 92 años, sigue escribiendo
Sus frases favoritas y el aforismo más exitoso de su
carrera: de diez personas a las que les pregunta, ocho eligen el mismo
18 de octubre de 202207:30
PARA LA NACION
Jose Narosky publicó 12 libros y lleva vendidos más de un millón de ejemplares Alejandro Guyot |
Ningún hombre cambia, pero muchos se quitan la máscara.
Te amo si estando contigo ya te extraño.
Mientras te espero ya estoy contigo.
El amor es la única locura compartida.
Tengo pocos amigos, pero, ¡cuánta amistad tengo!
Universales y eternos, los aforismos de José Narosky invadieron agendas y corazones de generaciones de adolescentes que se identificaban con estas frases cortas que expresan sentimientos comunes a todos y que dejan una reflexión en el alma. Hoy como siempre sus pensamientos plasmados en frases siguen vigentes. Y el autor sigue escribiendo.
Su lista de aforismos sigue, no hasta el infinito, pero
sí hasta los 17.000 y su autor los tiene numerados. ¿El más popular
y, a su vez, el preferido del propio Narosky? Hay quien arroja un
vidrio roto sobre la playa, pero hay quien se agacha a recogerlo. “En una
oportunidad tomé un taxi en la puerta de mi departamento. El taxista me
reconoció -la mayoría no me reconoce, pero ése si-. Y me dice: “yo sé aforismos
de memoria”. “¿A ver si se lo adivino? Hay quien arroja un vidrio roto
sobre la playa, pero hay quien se agacha a recogerlo”, le dije. Significa
el mal y el bien. El taxista frenó frente al Museo de Bellas Artes. “No puede
ser, usted es mago”, lanzó. Me preguntó cómo sabía”.
Narosky con Jorge Luis BorgesAlejandro Guyot |
“Yo tenía publicados ya diez libros -ahora son doce-. A
trescientos por libro, eran tres mil aforismos. Lo supe porque de diez
personas a las que les pregunto, ocho eligen ese aforismo. Es el que más
gustó a la gente. El segundo es tantos siglos de civilización y no
aprendimos a abrazarnos”, afirma José Narosky en el luminoso living de su
departamento, de un piso alto con vista al río y al Club de Pescadores, donde
recibe a LA NACION revista.
¿Qué es un aforismo? Máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte, define el diccionario de la Real Academia Española.
Enamorado de los aforismos desde los siete años, el escritor
los coleccionó en su infancia y comenzó a escribirlos desde joven, para nunca
más detenerse. Hoy, en doce libros hay publicados 3600. A sus 92 años
el escritor está activo, lúcido y reflexivo, revelando apenas una
dificultad para ponerse de pie, producto de una caída reciente. ¿El secreto de
su vitalidad? “Siempre fui disciplinado. Jamás probé una gota de alcohol, no
fumé y hago régimen de comida siempre sano desde hace 40 años. Sigo escribiendo,
menos que antes, pero sigo. Sin un horario. A veces vienen las ideas y las
escribo. Como los músicos”, dice.
La asociación de su propio trabajo con el trabajo del músico
fue una constante durante la charla. Admite que algún hecho puntual puede ser
el disparador de un aforismo. “De un amigo que estaba muy enfermo y se estaba
por morir, pero respiraba todavía, nació un aforismo. ‘Respira todavía’, dijo
el médico y yo escribí: respirar no es vivir”, cuenta. Sin embargo,
generalmente sus aforismos son producto de la inspiración. “¿Cómo
le aparece a un músico la música? No es una respuesta coherente, pero no tengo
otra y creo que es la realidad”, asegura. Inquieto, Narosky continúa haciendo
cosas para mejorar. Por ejemplo, hizo un curso, antes de la pandemia, para
conseguir una lectura espontánea para que, en sus participaciones radiales,
todo aquello que tuviera que leer no pareciera leído sino producto de la charla
espontánea.
¿El secreto de su vitalidad? “Siempre fui disciplinado. Jamás probé una gota de alcohol, no fumé y hago régimen de comida siempre sano desde hace 40 años" Alejandro Guyot |
Buen estudiante, cuando llegó el momento de definir su futuro, el padre de Narosky tuvo una influencia en la elección del hoy escritor. “Mi padre era vecino de un escribano. Veía que él estaba todo el día en un club, era muy rico y hacía una buena vida, tenía un lindo auto. Entonces, a papá Derecho le pareció una linda carrera. Para hacerle caso a mi papito estudié una carrera que no me gustaba. Y me fue bien también. Había que ser decente y nada más”, cuenta el escritor que durante muchos años tuvo éxito en su carrera como escribano. Pero el escribano ya escribía aforismos. “Yo escribí aforismos siempre. Sentía una atracción por las frases cortas y por las diferencias que tenía el aforismo con el refrán. El aforismo tiene autor, el refrán es anónimo. Los dos dejan una enseñanza, es la pretensión del escritor. Dejar una reflexión para dejar pensando al lector”, apunta Narosky, que diferencia también al aforismo del adagio que implica un consejo corto.
Quino, Garaycochea y Caloi con José Narosky Alejandro Guyot |
Los sentimientos como el amor, la amistad y la bondad
disparan sus famosas frases. Son sentimientos eternos que persisten a través
del tiempo y que encierran principios comunes a todos. “La pretensión del
escritor, en general, es dar una enseñanza. También el escritor
tiene mucho por aprender. Lo tiene este escritor que habla ahora. Hay una
pretensión de dar un mensaje positivo. De la mujer, no eres la única
mujer, pero eres única. O de la amistad, no es amigo quien ríe mi
risa, sino quien llora mis lágrimas”, agrega.
- La
verdadera hermandad no requiere lazos de sangre.
- La
naturaleza es más feliz que el hombre porque su primavera siempre regresa.
- Muchos
son el barniz y pocos son la madera.
- Si
siento que te quiero, no necesito saber por qué te quiero.
Narosky se convirtió en escritor cuando escribió su primer
aforismo, mientras trabajaba en televisión. “Yo ya estaba en televisión y en
radio cuando escribí un libro. Hacía cosas pequeñas, nunca fui una estrella. Se
vendieron muchos libros y poco a poco fui dejando la profesión de escribano y
dedicándome a los aforismos. Ganaba menos, pero me sentía más rico”,
confiesa en lo que podría ser, justamente, un aforismo. Con el seudónimo Hugo
Nardi, Narosky participó de programas televisivos como Nuestros valores, Sobremesa
con Crespi y Si todos los hombres…, mientras que en radio
fue parte del programa Pinceladas humana en Radio Splendid y
del radioteatro La piel de Buenos Aires.
Cuando nació la inquietud de publicar un primer libro,
Narosky tomó un representante. “Un absurdo, un escritor nuevo no necesita
representante”, afirma con la experiencia de los años y de los libros editados
exitosamente. El primer libro, el más vendido de todos, Si todos los
hombres..., fue publicado por una editorial chica. También el más editado,
cuenta con más de 20 ediciones.
“Encontré cosas raras y renuncié a esa editorial”, cuenta enigmáticamente sin más detalles. Entonces, fueron las editoriales quienes comenzaron a buscar al autor. “De los 12 libros que tengo, seis los hizo Planeta, la editorial más importante del país y del mundo. Los escritores penan por conseguir una editorial, que gasta miles de pesos si hay garantía de venta. Conmigo tenían garantía de venta”, asegura. Hoy, con 12 libros publicados, lleva vendidos más de un millón de ejemplares. ¿Su público? “Mis lectores son muy diversos. No es una clientela determinada. A veces me critican que mis libros son demasiado vulgares. Si vulgar y simple constituye un sinónimo, es para muchos”, acota.
Si todos los hombres... fue su libro más editado, cuenta con más de 20 ediciones Alejandro Guyot |
El suceso de Si todos los hombres... fue
absolutamente inesperado. El libro fue publicado en 1975 y recibió buenas
ciríticas de medios nacionales e internacionales. Y fue el momento oportuno
para Narosky para abandonar la profesión de escribano. El repentino éxito lo
sorprendió y aún hoy no sabe cuál fue el secreto. “Quizás un
secreto parcial es que llega a todos los públicos: mujeres, hombres, chicos,
grandes. Algunos lo han juzgado de vulgar. Quizás son vulgares, simples. No me
molesta. Un día estaba escuchando Radio Rivadavia, que en aquel tiempo era
número uno. Carrizo le preguntó a Mujica Láinez qué le parecían los libros de
Narosky. “No, eso no es literatura, es una cosa muy barata, muy simple”, opinó
el escritor. “¿Le parece?, se vendió tanto”, contestó Carrizo. “Así es el
público argentino”, continuó Mujica Láinez. “¿Hace mucho que lo leyó?”, indagó
Carrizo. “No, yo no lo leí. Un compañero mío que me merece mucha fe me dijo que
ese libro no tiene valor”, justificó. Tal vez no lo tenga, no lo sé. Pero
se vendieron un montón de ediciones”, remata Narosky.
Hoy, según Narosky, hay 200 escritores de aforismos.
A quien desea dedicarse a este género, le recomienda que “si siente la pasión,
el empuje, el instinto, puede escribir. No sé cuál es el misterio para las
ventas. Yo no me siento un gran escritor, de ninguna manera. Un escritor con
suerte, sí”, añade.
En tantos años de éxito le sobran anécdotas. Como una sobre la timidez, una característica de su personalidad que, asegura, lo manejó hasta que pudo enfrentarla. “Yo estudiaba escribanía en la Facultad de Derecho. En una ocasión un compañero mío, con el que habíamos dado varias materias, se recibió. Cuando se recibió bajamos al comedor de la facultad con 20 compañeros. Y alguien dijo que yo hablara. ¿Qué yo hablara en público? Ahí me di cuenta de la desventaja de la timidez, que no me dejaba ni eso, hablar con los compañeros. Ese día renuncié a ser tímido. A tratar. Más tarde viajé por casi todos los países de América y fui invitado por casi todas las provincias. Todo eso me dio un poco de coraje. Si yo llego a un lugar y me recibe el intendente y diez personas más de la comitiva, ya no puedo ser tímido. Quedo mal, parezco orgulloso. Hice el esfuerzo hasta que no fuera más esfuerzo”, se sincera.
Alejandro Guyot |
En otra ocasión, el hecho de ser conocido le abrió las
puertas para conocer a alguien a quien admiraba. “Una vez me internaron en la
Fundación Favaloro para una revisión y tenía que quedarme dos o tres días.
Pregunté si vendría el doctor Favaloro a verme. Me dijeron que no porque no
visitaba pacientes. A las dos horas golpearon la puerta y era Favaloro, de
visita. Yo lo había visto en un programa de televisión en el que éramos varios,
nada más. Entró y me dijo: ‘vengo a escucharlo a usted, no vengo a ver al
enfermo’. Era muy sencillo, una gran persona”.
Hoy, José Narosky sigue escribiendo, siguiendo los pulsos de
su corazón, sin imponerse días ni horarios. Tiene libros escritos sin
publicar, aunque asegura que no tiene ganas de hacerlo por asuntos
personales.
Además de aforismos, el autor escribió también otras cosas,
aunque nunca las publicó. “En primer año del Colegio Nacional, una profesora de
castellano nos mandó hacer un resumen de El capitán Veneno. Cuando
lo entregamos, me puso un 10 y me llamó. Me pidió un favor y también reserva
porque tenía tres hijos y un marido enfermo sin trabajo y a ella, con tres
cátedras no le alcanzaba el tiempo. Me pidió que corrigiera las pruebas
de mis compañeros porque yo no tenía faltas de ortografía. Mi madre
nos inculcó el gusto por leer. Entonces, yo corregía las pruebas de mis
compañeros y los jueves iba a la casa de la profesora. Ella me convidaba con un
té y masitas y yo sentía orgullo. Ella me decía que yo no era escritor, pero
que iba a serlo. Un chico que recibe ese piropo se siente Borges”, confiesa
Narosky.
El escritor que afirma que escribir es una vocación, creó
una cuarteta para su mujer: Amor me diste adolescente y pura; hijos me
diste restándote hermosura; calor me diste en la edad madura; vida me diste
porque eres ternura. “No tengo poemas escritos. Este se lo dediqué a ella
cuando se enfermó. Está enferma. Me inspiraron un poco la pena y el sentimiento
que tengo y que la quiero igual que cuando estaba sana”, revela. Inagotable, el
maestro de los aforismos todavía tiene mucho por enseñar.