lunes, 30 de marzo de 2020

Las vísperas sicilianas


Las vísperas sicilianas​ fue un acontecimiento histórico que describe la matanza de franceses en Sicilia, y que causó el fin del reinado de Carlos de Anjou en la isla, sustituido por la influencia de la Corona de Aragón.

El 30 de marzo de 1282, cuando las campanas de las iglesias de Palermo llamaban al oficio de vísperas, se produjo un levantamiento del pueblo de Palermo, que masacró la guarnición francesa presente en la ciudad. El levantamiento se extendió a otras localidades, hasta que expulsaron completamente de la isla a los franceses. Los acontecimientos relativos a las Vísperas sicilianas se encuentran relatados en varias crónicas medievales, entre las que se encuentra la famosa Crónica de Ramón Muntaner, donde se afirma que la chispa que encendió la rebelión en Palermo fue el ultraje que unos angevinos perpetraron a unas damas sicilianas.


Giuseppe Verdi recibió el encargo de la Ópera de París para abordar este hecho histórico, con la imposición que la misma debería adaptarse al formato de Grand Opera, cantada en francés, con 5 actos, con un gran concertante al final de cada uno, y debía incluir un ballet en el tercer acto, sobre un libreto en francés de Charles Duveyrier y Eugène Scribe a partir de su obra Le duc d'Albe, que fue escrito en 1838 y ofrecido a Halévy y Donizetti antes de que Verdi aceptara ponerle música en 1854. La ópera se basa en hechos históricos que ocurrieron en 1282 y se conocen con el nombre de las vísperas sicilianas, usando material tomado del tratado medieval siciliano Lu rebellamentu di Sichilia.

Les vêpres siciliennes fue estrenada en la Académie Impériale de Musique el 13 de junio de 1855, a pesar de que parecía que el argumento podría herir el orgullo francés. Ese mismo año se estrenó en italiano en dos ciudades simultáneamente, Parma y Turín. La censura impuso algunas modificaciones al libreto, se cambió el título por el de Giovanna di Guzman. La versión que se conoce en la actualidad, y que prevaleció sobre la francesa que apenas se representa, se estrenó el 4 de febrero de 1856, en el Teatro Alla Scala de Milán, con el nombre de I Vespri Siciliani, con su libreto original traducido al italiano.
  

A continuación, y recordando ese hecho histórico, la ópera I Vespri Siciliani, de Giuseppe Verdi, en la versión del tenor Chris Merrit como Arrigo, Giorgio Zancanaro, barítono, en el rol de Guido di Montforte; la soprano Cheryl Studer, interpretó a Helena; y el papel de Giovanni da Procida, en la voz del bajo Ferruccio Furlanetto, junto al Coro y la Orquesta del Teatro Alla Scala de Milán, dirigidos por Riccardo Muti.


La acción se desarrolla en Palermo, Italia, en 1282

Acto I / Plaza mayor de Palermo.

Tebaldo, Roberto y otros soldados franceses se han reunido frente al palacio del gobernador. Brindan por su patria, mientras los sicilianos los observan, infelices por la ocupación. Elena entra vestida de luto por su hermano ejecutado. Algo bebido, Roberto exige que ella cante, a lo cual accede tranquilamente. Su canción, sobre los peligros de los pescadores y el grito de Dios de "sean burlados los peligros", (Deh! tu calma, o Dio possente / "Viens à nous, Dieu tutélaire" / "Por favor, Dios todopoderoso, calma con Tu sonrisa tanto el cielo como el mar"), sólo incita a los sicilianos a rebelarse contra los ocupantes. Cuando entra Monforte, el gobernador, la gente se calma. Entonces Arrigo anuncia que ha sido liberado de la prisión. A solas con Arrigo, Montforte le ofrece un cargo con los franceses mientras permanezca alejado de Elena. Él lo rechaza, e inmediatamente sigue a Elena dentro del palacio.

Acto II / Junto al mar.

Procida pone pie a tierra bajando de un pequeño bote de pesca. Queda claro que regresa del exilio y expresa su alegría por el regreso a su tierra y su ciudad natal: O tu Palermo / "Et toi, Palerme" / "Oh, tú, Palermo, tierra adorada..." Está rodeado por Manfredo y otros compañeros y él rápidamente ordena a sus hombres que traigan a Elena y Arrigo ante él (Nell'ombra e nel silenzio / "Dans l'ombre et le silence"/ "En la oscuridad y en silencio"). Los tres planean un alzamiento durante las próximas festividades que será seguidas por los matrimonios de un grupo de jóvenes. Después de que Procida se vaya, Elena le pregunta a Arrigo qué recompensa busca. Jurando que vengará la muerte de su hermano, no pide más que su amor. Bethune llega con una invitación de parte de Monteforte para un baile. Arrigo lo rechaza y lo arrestan y sacan a rastras. Guiados por Roberto, un grupo de soldados franceses han entrado en la plaza y han empezado a bailar. La danza se hace más animada, y Roberto hace señales a sus hombres, quienes atrapan a muchas de las jóvenes, llevándoselas a pesar de las protestas de los jóvenes sicilianos. Los rechazados jóvenes son testigos de que pasa un bote lleno de nobles franceses y mujeres sicilianas, todos camino del baile. Procida y los otros determinan entrar al baile y buscar así su venganza.

Acto III / Escena 1: Palacio de Montforte.

Montforte lee un papel de una mujer a la que ha raptado, que revela que Arrigo es su hijo: Si, m'abboriva ed a ragion! / "Sí, ella me despreciaba, ¡y con razón!". Bethune le dice que han traído a Arrigo a la fuerza, pero Montforte se exalta por el hecho de que su hijo esté cerca: In braccio alle dovizie / "Au sein de la puissance" / Entregado a la riqueza, rodeado por honores, un inmenso, horrible vacío..." Los dos hombres se enfrentan y Arrigo queda algo sorprendido por la manera en que lo tratan. Al final, Monforte le enseña la carta escrita por la madre de Arrigo. Abrumado, pero aún desafiante, Arrigo insulta a su padre, quien reacciona enojado cuando el joven se apresura a marcharse: Parole fatale, Insulto mortale / "¡Palabra fatal, insulto mortal! La alegría ha desaparecido...".

Escena 2: Un baile en el palacio de Montforte.

Cuando entra Montforte, da la señal para que empiece el baile. En el público, pero disfrazados, están Elena, Arrigo y Procida. Arrigo se sorprende cuando los dos se revelan y declaran su propósito de salvar al joven. Sin embargo, está perturbado al oír que pretenden matar a Montforte y cuando el padre se acerca al hijo, hay cierta advertencia de peligro. Cuando los asesinos se acercan más, Arrigo salta en frente de su padre, justo cuando Elena se acerca. Los sicilianos quedan horrorizados al ver a Arrigo salvado mientras el grupo contempla la situación. Elena, Procida, Danieli y los sicilianos maldicen a Arrigo mientras los arrastran fuera, mientras que él quiere seguirlos, pero Montforte lo contiene.

Acto IV / Una prisión.

Arrigo llega a la puerta de la prisión y, por orden de Monforte, espera ser admitido. Contempla la situación en que stán sus amigos: Giorno di pianto / "O jour de peine"/ Día de llanto". Traen a Elena y se enfrenta a él. Al final, él admite que Monforte es su padre y ella empieza a desear simpatizar con él: Arrigo! Ah, parli a un core... / "¡Arrigo! Ah, hablas a un corazón predispuesto a perdonar." Sin ver a Arrigo, Prócida se acerca a Elena y revela una carta que le habla de la próxima liberación. Pero Montforte llega y ordena que llamen a un sacerdote y la ejecución de los prisioneros mientras Prócida queda sorprendido al descubrir la verdadera situación de Arrigo. Éste ruega piedad por sus amigos y Montforte se enfrenta a él con una cosa: Dimme sol, di "Mio padre / "Sólo dime una cosa, llámame padre..." Arrigo no dice nada cuando el verdugo aparece y se llevan a la pareja, seguida por Arrigo. Montforte se adelanta para impedir que se una a ellos. Cuando llevan a Elena ante el verdugo, Monteforte perdona a los sicilianos. Más aún, está conforme en el matrimonio de Elena y Arrigo y anuncia al pueblo: "¡De nuevo encuentro a un hijo!". Hay una alegría generalizada.

Acto V / Los jardines en el palacio de Montforte.

Mientras los caballeros y las damas se reúnen, Elena da las gracias a todos: Mercé, dilette amiche / "Merci, jeunes amies" /"Gracias, amados amigos". Arrigo llega, exclamando alegre: La brezza aleggia intorno / "La brise souffle au loin" / "La brisa sopla a lo lejos...". Se marcha al encuentro de su padre, pero llega Procida anunciando un plan para burlar a los enemigos masacrándolos al pie del altar después de que hayan pronunciado los votos. Ella se siente dividida, más aún al regreso de Arrigo, entre su amor y su deber: Sorte fata! Oh, fier cimento! / "¡Destono fatal! ¡Oh, fiero conflicto!". Al final, no puede seguir adelante y le dice a Arrigo que no pueden casarse. Ambos hombres están furiosos con ella por lo que parece traición. Entonces llega Monforte, toma las manos de la pareja, las une, y los declara casados mientras empiezan a tocar las campanas. Esta es la señal para el alzamiento de los sicilianos quienes se lanzan sobre Montforte y los franceses.