El Diario Infobae, en su edición digital publicó este artículo firmado por Baruch Tenembaum.
Alemania en la Segunda Guerra Mundial:
la dos caras de la moneda
Reconforta saber que en uno de los capítulos más oscuros de
la historia hubo gente de bien y de inmenso coraje dispuesta a enfrentar el mal
sin hesitar
A principios de noviembre recordamos dos fechas que representan, por un lado, el odio gratuito y, por el otro, la solidaridad sin límites.
La noche del 9 de noviembre de 1938, hace 82 años, estallaba en Alemania, Austria y los Sudetes, la mal llamada Kristallnacht (Noche de los Cristales Rotos), una serie de salvajes disturbios y saqueos antisemitas que ocasionaron muchas muertes y la destrucción de propiedades a lo largo y ancho de Alemania,
En realidad, estos feroces ataques merecen ser denominados PogromNacht, o Noche del Pogrom. Los mismos fueron incitados por las autoridades nazis, utilizando como pretexto el atentado que le costó la vida al diplomático alemán Ernst vom Rath, de manos de un joven judío polaco cuya familia había sido recientemente deportada de Alemania.
En una orgía de furia que duró 48 horas, los perpetradores destruyeron y quemaron unas 7.500 sinagogas, negocios, escuelas y propiedades judías y asesinaron a 91 judíos, arrestando y deportando a campos de concentración a otros 30.000.
Esgrimiendo su crueldad, las autoridades nazis culparon a las propias víctimas por los desmanes, imponiendo a la comunidad judía una multa de mil millones de reichmarks, que equivalían a unos 400 millones de dólares de aquella época.
Claramente, estos hechos de barbarie eran la antesala de la Shoá.
Como contracara de ellos, recordamos a la condesa Maria Helene Francoise Izabel von Maltzan, fallecida hace 23 años, el 12 de noviembre de 1997, a la edad de 88 años.
La condesa había nacido el 25 de marzo de 1909 en el seno de una aristocrática familia alemana, en el Palacio de Milicz, en Silesia, ubicado en un predio de más de 7.000 hectáreas. Tenía 7 hermanos. Su padre falleció cuando ella tenía sólo 12 años y la relación con su madre no era buena.
Cursó sus estudios en Berlín y en 1932 recibió su doctorado en Ciencias Naturales. Su carrera y espíritu aventurero la llevaron a deambular por el Norte de África y España y su vocación artística la catapultó al cine de Bavaria, donde actuó como actriz de películas. En esa época contrajo matrimonio con el actor Walter Hillbring, de quien se separó dos años después.
Desde la toma de poder por los Nazis, en 1933, la Condesa von Maltzan comenzó a relacionarse con grupos de la resistencia y en ese contexto se vinculó con el jesuita Friedrich Muckermann. A partir de 1935, ocultó a judíos en su residencia berlinesa mientras estudiaba veterinaria, graduándose en 1943. En cooperación con la Iglesia de Suecia logró facilitar la huida de 60 judíos hacia ese país escandinavo, mediante la confección de pasaportes improvisados y, en muchos casos, ella misma conducía el camión que los trasladaba hasta la frontera.
Mas tarde brindó refugio al escritor judío Hans Hirschel, editor de la prestigiosa revista literaria Das Dreieck, escondiéndolo hasta 1942 en su departamento de Wilmersdorf. La pareja se enamoró y la Condesa quedó embarazada pero el bebé prematuro falleció en una incubadora cuando el hospital perdió energía eléctrica en medio de un bombardeo. Por razones obvias, la condesa había declarado oficialmente que el padre del bebé fallecido era su amigo sueco Eric Svensson, que estaba casado y era homosexual.
Después de la guerra, Maria adoptó a dos niñas liberadas de un campo de concentración y contrajo matrimonio con Hirschel. Dos años después, se separaron, para volver a casarse en 1972.
Los horrores de la guerra la llevaron al camino de las drogas y tuvo que ser internada en una clínica de rehabilitación, donde logró recuperarse.
Tras la muerte de su marido, en 1975, la condesa von Maltzan estableció una clínica veterinaria en Berlín, haciéndose famosa por sus tareas de beneficencia.
El 19 de febrero de 1987, fue proclamada Justa entre las Naciones.
Entrevistada por Malka Drucker para su proyecto “Rescatadores”, la condesa relató los peligros a los que se vio sometida en su afán por salvar judíos durante la Segunda Guerra Mundial, resumiendo su posición en una frase inmortal: “Prefiero atravesar una situación difícil que irme a dormir con mala conciencia”.
El siniestro pogrom alemán de 1938 fue un triste ejemplo de la crueldad del ser humano. Como contrapartida, reconforta saber que en uno de los capítulos más oscuros de la historia hubo gente de bien y de inmenso coraje, como Maria, dispuesta a enfrentar el mal sin hesitar.