Mario Soffici nació en Florencia, Italia, el 14 de mayo de 1900 y murió en Buenos Aires, el
10 de mayo de 1977. Director, actor y guionista de cine.
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publicó este recordatorio sobre Mario Soffici
PIONERO DEL CINE SOCIAL
Nació en Florencia en el 1900, pero llegó a la Argentina a
los 9 años. Fue a la vez un actor de teatro, un estudioso perfeccionista, sutil, elaborado. Se recibe de técnico
electrónico, pero a los 28 años ya es un actor consagrado de teatro clásico y
en una gira por Barcelona conoce al director José Ferreyra, los dos quedan
fascinados con el cine sonoro y conversan el proyecto de filmar en Buenos
Aires, una vez que conozcan la técnica.
Estudia cine desde el punto de vista
técnico, de una manera bastante particular, según lo cuenta: va a ver cómo se
filma y después ve los negativos revelados y analiza críticamente los
resultados, intentado descubrir las leyes de la cinética.
Lo que le interesa investigar es la conexión entre la imagen
proyectada y la capacidad del ojo para ver, ya que él sí tenía experiencia en
el arte de narrar. Otros directores de la época se contentaban con filmar lo que
pasara, mientras que Soffici fue un maniático en investigar todas las
posibilidades de insinuar que tenía la cámara. A diferencia de Romero, tiene
para filmar un minucia obsesiva.
Filmó 40 películas y también trabajó como actor y como supervisor en algunas películas de
Argentina Sono Film. Su debut en largometrajes es Alma de bandoneón (1934).
Filmó, dentro de este mismo género Puerto Nuevo (1935), La cabalgata del circo
(1944) y Pasó en mi barrio (1951) y, dentro de las películas de “divas”, primeros
planos famosos con las caras de Zully Moreno (Celos, La gata, La dama del mar)
y de Amelia Bence en El pecado de Julia.
Para los proyectos propios Soffici va a tener en cuenta
libros de sus amigos escritores. La búsqueda culmina en esta etapa en la producción
más importante de la década de los 30: Prisioneros de la tierra (1939), abierta
denuncia de la explotación inhumana en los yerbatales, a la cual se incorpora
la propia naturaleza como un protagonista más del drama” dice el estudioso
Octavio Getino, en su libro Cine Argentino, entre lo posible y lo
deseable.Prisioneros de la tierra es la película que lo consagra como director
de cine “social”.
Es un proyecto que le lleva José Gola, sobre los Cuentos de
la selva de Horacio Quiroga, y el guión de Darío, su hijo, aprovechando la
fascinación que tenía Quiroga por ver un cuento suyo llevado al cine.
Prisioneros de la Tierra es una película muy original para la época por varios
motivos: Por cómo logra el clima de una naturaleza “animada”, la tierra, los paisajes,
los yerbatales, los obrajes, la vida embrutecida de los mensúes, toda la vida
“humana” es una continuidad de lo natural, toda se presenta como una unidad.
Y la tierra de la selva misionera no es simplemente un escenario, sino lo que da sentido a todo el drama. El personaje que se recorta de manera contrastante con esa naturaleza va a ser el capanga Köhner, interpretado por Francisco Petrone. Es el primer film de lo que después se va a llamar “cine latinoamericano de denuncia”, como el del mexicano Emilio Fernández, el drama social, el contenido telúrico, la integridad del héroe, el paisaje, etc. Es un tipo de cine inaugurado por Eisenstein y su fotógrafo Tissé cuando filmaron ¡Que viva México!. Es probable que en 1938 Soffici todavía no conociera estas obras reunidas en Tiempo en el sol, pero no se sabe si tuvo o no esa influencia.
Soffici fue sin duda la figura principal de la década del
treinta: provenía del teatro y se había acercado a su colega "El
Negro" Ferreyra para conocer el manejo cinematográfico. Soffici poseía,
sin embargo algo más que rigor cinematográfico: lo guiaba la voluntad de
indagar en los temas nacionales con un gran respeto hacia los valores
culturales, evitando fáciles esquematismos. Ese afán aparece ya resueltamente
en Viento Norte (1937), drama rural sobre los conflictos sociales y humanos del
peón de campo.
Lo continúa en Kilómetro 111 (1938), en el que aborda la
explotación que ejercían los intermediarios acopiadores sobre los agricultores,
en el marco imperial del manejo de los ferrocarriles nacionales.
Mención
especial merece El camino de las llamas (1941). Filmada en Mendoza, le dio la
oportunidad de recorrer toda la provincia, hurgar por toda la cordillera y
encontrar en Tupungato el mejor lugar para hacer el cruce de los animales. Esta
fue una característica de su filmografía: amaba el “interior”, el aire libre,
la naturaleza.
Soffici, maestro de directores, fue un estudioso y un
innovador permanente, que sorprende y que arriesga todo el tiempo su pacto con
el público. Logra películas muy homenajeadas con el ojo puesto en el matiz
testimonial, que marcaron puntos de inflexión en el modo de hacer cine. Ha
tenido la alegría y la sabiduría de reírse, a través de ciertas escenas de
películas que filmó de viejo, de lo que él mismo había plasmado.
En 1973, con el retorno transitorio de la democracia, el
presidente peronista Héctor J. Cámpora designa a Hugo del Carril y a Mario
Soffici para dirigir el Instituto de Cine. En esa época el Instituto,
operativamente a cargo de Soffici,
desarrolló una importante tarea para revitalizar el cine nacional,
prácticamente destruído por la dictadura militar de Onganía y Lanusse. Se
elaboró un proyecto de Ley de Cine que fomentaba la producción nacional y
apuntaba a reconquistar los mercados hispanoparlantes, se preveía la producción
regionalizada, la capacitación de los técnicos y estudiantes en circuitos de
exhibición en Latinoamérica.
Se abolió la censura que se había ensañado con la producción
nacional y extranjera. Durante su gestión se incrementó la producción nacional:
39 películas en 1973 y 40 en 1974. Se inició la preproducción de películas como
La Patagonia rebelde de Héctor Olivera, Quebracho de Wullicher, La Raudito de
Lautaro Murúa, La Tregua de Sergio Renán. Todo este clima de libertad y
creatividad se terminó al morir Perón. Y Soffici se enteró que había dejado de
ser director del Instituto de Cinematografía a través de la prensa.
El alma de bandoneón es una película argentina en blanco y negro dirigida por Mario Soffici que fue estrenada el 20 de febrero de 1935.
Sus principales protagonistas fueron Libertad Lamarque, Santiago Arrieta, Domingo Sapelli y Dora Davis. En su transcurso se ejecuta por vez primera en el cine el tango Cambalache de Enrique Santos Discépolo.