Gustav Mahler nació en Kaliště, Bohemia, actualmente República Checa, el 7 de julio de 1860 y murió en Viena, Austria, el 18 de mayo de 1911. Compositor y director de orquesta.
El sitio Biografías y Vidas, publicó este recordatorio.
(Kaliste, actual Austria, 1860 - Viena, 1911) Compositor y
director de orquesta austriaco. En una ocasión, Mahler manifestó que su música
no sería apreciada hasta cincuenta años después de su muerte. No le faltaba
razón: valorado en su tiempo más como director de orquesta que como compositor,
hoy es considerado uno de los más grandes y originales sinfonistas que ha dado
la historia del género; más aún, uno de los músicos que anuncian y presagian en
su obra de manera más lúcida y consecuente todas las contradicciones que
definirán el desarrollo del arte musical a lo largo del siglo XX.
Aunque como intérprete fue un director que sobresalió en el
terreno operístico, como creador centró todos sus esfuerzos en la forma
sinfónica y en el lied, e incluso en ocasiones conjugó en una partitura ambos
géneros. Él mismo advertía que componer una sinfonía era «construir un mundo
con todos los medios posibles», por lo que sus trabajos en este campo se
caracterizaban por una manifiesta heterogeneidad, por introducir elementos de
distinta procedencia (apuntes de melodías populares, marchas y fanfarrias
militares...) en un marco formal heredado de la tradición clásica vienesa.
Esta mezcla, con las dilatadas proporciones y la gran duración de sus sinfonías y el empleo de una armonía disonante que iba más allá del cromatismo utilizado por Richard Wagner en su Tristán e Isolda, contribuyeron a generar una corriente de hostilidad general hacia su música, a pesar del decidido apoyo de una minoría entusiasta, entre ella los miembros de la Segunda Escuela de Viena, de los que Mahler puede considerarse el más directo precursor.
Su revalorización, al igual que la de su admirado Anton
Bruckner, fue lenta y se vio retrasada por el advenimiento del nazismo al poder
en Alemania y Austria: por su doble condición de compositor judío y moderno, la
ejecución de la música de Mahler fue terminantemente prohibida. Sólo al final
de la Segunda Guerra Mundial, y gracias a la labor de directores como Bruno
Walter y Otto Klemperer, sus sinfonías empezaron a hacerse un hueco en el
repertorio de las grandes orquestas.
Formado en el Conservatorio de Viena, la carrera de Mahler
como director de orquesta se inició al frente de pequeños teatros de provincias
como Liubliana, Olomouc y Kassel. En 1886 fue asistente del prestigioso Arthur
Nikisch en Leipzig, en 1888, director de la Ópera de Budapest y en 1891, de la
de Hamburgo, puestos en los que tuvo la oportunidad de ir perfilando su
personal técnica directorial.
Una oportunidad única le llegó en 1897, cuando le fue
ofrecida la dirección de la Ópera de Viena, con la única condición de que
apostatara de su judaísmo y abrazara la fe católica. Así lo hizo, y durante
diez años estuvo al frente del teatro; diez años ricos en experiencias artísticas
en los que mejoró el nivel artístico de la compañía y dio a conocer nuevas
obras.
Sin embargo, el diagnóstico de una afección cardíaca y la
muerte de una de sus hijas lo impulsaron en 1907 a dimitir de su cargo y
aceptar la titularidad del Metropolitan Opera House y de la Sociedad
Filarmónica de Nueva York, ciudad en la que se estableció hasta 1911, cuando,
ya enfermo, regresó a Viena.
Paralelamente a su labor como director, Mahler llevó a cabo la composición de sus sinfonías y lieder con orquesta. Él mismo se autodefinía como un compositor de verano, única estación del año en la que podía dedicarse íntegramente a la concepción de sus monumentales obras.
Son diez las sinfonías de su catálogo, si bien la última
quedó inacabada a su muerte. De ellas, las números 2, 3, 4 y 8 (la única que le
permitió saborear las mieles del triunfo en su estreno) incluyen la voz humana,
según el modelo establecido por Beethoven en su Novena. A partir de la Quinta,
su música empezó a teñirse de un halo trágico que alcanza en la Sexta, en la
Novena y en esa sinfonía vocal que es La canción de la tierra, su más terrible
expresión.
A continuación, de Gustav Mahler, la Sinfonía Nº 1 en Re Mayor, denominada Titan, en la interpretación de la Orquesta Filarmónica de Los Angeles, conducida por Gustavo Dudamel, el 8 de octubre de 2009, en el concierto inaugural del Auditorio Walt Disney.