“El 12 de marzo de 1938 tiene para nosotros un significado especial. En esta fecha las tropas alemanas de Hitler invadieron Austria, que en ese momento dejó de existir como país y formó parte del Tercer Reich. Muchos austriacos participaron activamente en los crímenes aberrantes del régimen, muchos fueron cómplices por miedo de la propia vida, muchos simpatizaron con una ideología que les insinuó una posición privilegiada basada en absurdas concepciones racistas, muchos fueron víctimas del genocidio más cruel que conocemos y algunos pocos se resistieron con valentía pagándolo, sí, muy duro inclusive con la muerte”.

Estas palabras las pronunció la Embajadora de Austria en la Argentina Gudrun Graf el 12 de marzo de 2007, en ocasión de la serie de actos realizados dentro del programa “Homenaje a las Víctimas y Sobrevivientes de la Shoá” que la DAIA desarrolló con todas las embajadas europeas en Argentina a partir del año 2006.

Algunos años después, el actual embajador austriaco Johannes Christoph Meran informó que su gobierno ha comenzado con los trabajos de construcción del Monumento Público que recordará a todas las víctimas de la Shoá con sus nombres.

El anuncio hecho en el portal VisAVis tiene una enorme relevancia por la decisión políticacultural humanitaria que significa en tanto continuidad de compromisos asumidos por el Estado austriaco toda vez que la realización del mencionado monumento fue una decisión tomada e informada públicamente en el año 2012.

Es oportuno como buen ejemplo y necesario como mensaje al mundo, cuando estamos siendo testigos de peligrosas conductas autoritariasconcentración de poder que amenaza las libertades, preocupante indiferencia al aumento exponencial del antisemitismo y a discursos xenófobos y discriminatorios cargados de odio. Comportamientos todos que desafían y debilitan las democracias.

Austria, desde su pasado doloroso y trágico, asumió ya hace muchos años una política certera contra el antisemitismo, el neo nazismo y el negacionismo. Sus políticas de cercaníacolaboración afecto con los sobrevivientes, los herederos de las víctimas del nazismo, con las comunidades judías del mundo y con el Estado de Israel lo evidencian con múltiples ejemplos a diario.

Al momento de la invasión Alemana, por cierto ocurrida bajo el silencio de los gobiernos del mundo que le permitieron mansamente así a Hitler dar el primer paso en su sueño de conquistar Europa, la población judía en Austria era de aproximadamente 190.000 almas.

De acuerdo a Crónicas del holocausto, los ataques empezaron de inmediato y el aislamiento y persecución que se había desarrollado a lo largo de cinco años en Alemania, tuvo lugar en muy pocos meses. Los judíos austriacos se vieron sujetos a las infames leyes de Núremberg. La arianización alemana de las propiedades judías también se extendió en la región. Se establecieron campos de concentración, entre ellos el infame Mauthausen.

La mayoría de los judíos austriacos murieron durante los siete años de supremacía Nazi.

Han pasado 75 años del fin de la segunda Guerra Mundial y del holocausto que durante ella se llevó a cabo. Para algunos, es un pasado lejano.

Yehuda Bauer, uno de principales historiadores del holocausto, en ocasión de conmemorarse la liberación de Auschwitz, en 1998, en un recordada alocución en el Bundestag invitaba a reflexionar sobre por qué mientras muchos intentan trazar una línea con aquel pasado lejano ocurre lo opuesto y difícilmente transcurra una semana sin que un nuevo libro esté siendo publicado, sin que haya obras de teatro en cartel, sin que aparezca una poesía, sin programas de televisión, lanzamientos de películas o similares. Muchos de ellos muy valiosos.

La pregunta sigue vigente hoy donde sobran los ejemplos, incluso en nuestro país, con respuestas que llegan desde la cultura y la política continuamente.

La adopción por parte del Gobierno Nacional, varias provincias y la Ciudad de Buenos Aires de la nueva definición de antisemitismo dictada por la Alianza para la Recordación del holocausto más el proyecto de ley -que no debería presentar dificultad en ser sancionado- presentado por los diputados Pablo Yedlin del Partido Justicialista y Waldo Wolff de Juntos por el Cambio en el Congreso Nacional, para que la misma con todos sus alcances sea adoptada en el ámbito del Sector Público Nacional, son claros ejemplos de ello.

Definitivamente, la decisión de Austria encarna la respuesta que Bauer da a su pregunta: Se trata de responsabilidad.

La responsabilidad de asumir un pasado que le es propio con sus consecuencias y, a través de las acciones, garantizar un futuro mejor. Consiste en hacerse responsable de enseñar y aprender. De formar una mejor y humana civilización sobre las ruinas del pasado.

Le agrega un valor especial que el portavoz de la noticia aquí en Argentina haya sido el embajador Meran, de quien es conocido su compromiso democrático como su enorme sensibilidad y empatía con esta agenda que hereda con orgullo.

Dos años atrás tuve el honor de estar presente en el CCK en la inauguración de la muestra que la Embajada de Austria y la Fundación Tesa expusieron en homenaje al diplomático Johannes Von Schwarzenberg, artífice de un salvataje histórico junto con la Cruz Roja, a quien se unió emitiendo 30.000 pasaportes e introduciendo alimentos en forma clandestina en los campos de concentración durante la Shoá.

Von Schwarzenberg es el abuelo del embajador Merán, quien emocionó al narrar que luego de muchos años encontraron en una vieja billetera que le perteneció una foto de imágenes traumáticas de campos de concentración. Esa foto es testigo de la heroica labor humanitaria desplegada.

El abuelo diplomático jamás habló de ello pero está a la vista que el legado llegó de todas maneras. Legado de educación cívica y responsabilidad hacia el prójimo.

Yehuda Bauer cerró su discurso en el Bundestag dirigiéndose al liderazgo alemán, invocando la sugerencia de incorporanr tres mandamientos a los diez que conocemos : “Ustedes, vuestros hijos, y los hijos de vuestros hijos nunca se convertirán en asesinos. Ustedes, vuestros hijos y los hijos de vuestros hijos jamás os permitiréis ser víctimas; y ustedes, vuestros hijos y los hijos de vuestros hijos, nunca, nunca seréis espectadores pasivos de asesinatos masivos, genocidio o (que nunca se repita) una tragedia similar al holocausto”.

El Monumento a construirse en Viena es una respuesta positiva a la propuesta de Bauer. Una más de muchas que se van sumando en el mundo y que requieren ser multiplicadas permanentemente.