20MAR2014
Entre copas por Sefarad
Por: Carlos Delgado
Ahora que el gobierno de España busca compensar -¡522 años después!- la gran injusticia histórica (yo diría, además, una gran estulticia) que supuso la expulsión de los judíos ordenada por los Reyes católicos en 1492, otorgando la nacionalidad española, vía naturalización, a sus descendientes sefardíes, es oportuno recordar su papel en nuestra realidad vitivinícola. Para ello, propongo un viaje por los viñedos y ciudades de Sefarad donde se aúnan vino y juderías, hermosos barrios medievales con visitas a bodegas donde se elaboran alguno de los mejores vinos españoles. Y rendir homenaje a los viticultores judíos que enseñaron el más avanzado arte de la viña a campesinos cristianos.
Corazón del ribeiro Y nada mejor que empezar por Ribadavia, donde comerciantes y elaboradores sefardíes dedicados al negocio del vino, exportaban cientos de barriles a Inglaterra, Portugal, Francia y Holanda. De ahí que la más importante judería de Galicia se halle en esta l ocalidad. Su huella puede encontrarse en tabernas y tahonas, como la de Herminia, situada en la Puerta Nueva de Arriba, que elabora dulces de viejas recetas sefarditas. La judería, declarada Monumento Nacional, está situada entre la Plaza Mayor y las murallas, alrededor de la Porta Nova. En sus calles porticadas y estrechas callejuelas de casas con voladizos y bodegas interiores, el tiempo parecedetenido. En la sobria y entrañable Plaza de la Magdalena se localiza la, parece ser, antigua sinagoga del s. XII. Ribadavia es el corazón del Ribeiro. “Si me queres tratar ben, dame viño do Ribeiro”, reza el dicho popular. Era tinto que manchaba la taza o blanco de un sabor agreste y perfumado. Hoy sus vinos de variedades autóctonas son de lo mejorcito. Visitar laCooperativa local, una de las mayores y más avanzada tecnológicamente de España, y preguntar por Tito Levoso, su emprendedor gerente., para que nos ofrezca un trago del Treixadura "Seleccción Costeira". No olvidarse de personajes tan singulares y lúcidos como Emilio Rojo, propietario de un pequeño viñedo en Ponte Arnoia con el que elabora un blanco de ensueño; o de Javier Alén, pionero del enoturismo con “Viña Meín”, bodega construida con buen gusto aprovechando un edificio de los siglos XVII y XVIII.
La viña en el cigarral Poetas, científicos, traductores, filósofos, negociantes, financieros y maestros de Talmud sefarditashicieron deToledo la guía espiritual y foco cultural de todas las juderías de occidente. Aquí estuvo la Escuela de Traductores, paradigma de convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos. Su amplia judería ocupaba la parte suroccidental de la capital, hasta el río Tajo, e incluía la fortaleza conocida como Castro de los Judíos. Es ciudad y barrio para perderse durante días en el dédalo de sus callejas antiguas. Posee dos admirables sinagogas, cristianizadas como Santa María la Blanca y del Tránsito. Engaña desde fuera la humildad arquitectónica, porque se configuran "hacia el interior", según la tradición oriental. Dejémonos llevar por el embrujo místico de sus naves blancas, separadas por arcos de herradura sobre pilares ochavados. La luz juega con cintas, medallones y florones, estrellas y lirios. Y trenza un fino encaje sobre la blancura lisa de las paredes. Para otear la ciudad, comer y degustar un estimable vino, acercarse al Cerro del Emperador, donde Carlos V gustaba contemplar la capital de su imperio. Aquí se encuentra el complejo Viñedos delCigarral Santa María, propiedad de Adolfo Muñoz. Buena comida y mejores vinos elaborados en la propia bodega como "Pago del Ama" Syrah.
Garnachas del Moncayo En Tarazona,la mudéjar,el ladrillo se ha hecho arte. Ceñida por El Cinto, su amurallado núcleo fundacional, posee una de las juderías más antiguas y mejor conservadas de España. Para perderse por sus serpenteantes calles, como el Carrer de la Vilanova, pasear por la Rúa Alta y Baja en la judería vieja, extasiarse ante la Puerta de la Zuda, acercarse a la calle del Conde para contemplar las casas colgadas, descubrir algún edificio típico de la judería en la Plaza de los Arcedianos, y hacer un alto ante la sinagoga mayor, parcialmente conservada, a la que se accede atravesando un patio conocido como "sinagoga de las mulleres". Estamos en la zona vitivinícola Campo de Borja, tierra de viejas y olvidadas garnachasde monte, en las faldas delMoncayo, señor de los vientos. Mandan las cooperativas, pero también hay pequeños elaboradores, como Pagos del Moncayo, su Prados es un soberbio tinto de precio muy ajustado. Y si aspiramos a la excelencia, podemos visitar la bodega Alto Moncayo, creada por Jorge Ordóñez y Borsao. Su vino "Aquilón" es uno de los mejores del país. Caro, muy caro, hay que hacer valer el esfuerzo del viaje para que nos lo dejen probar.
El influjo de la tramontana Ciudad de ríos, Girona sabe de cercos, asedios y sufrimiento. Como su comunidad sefardí, la más floreciente de Cataluña. En 890 se instalaron aquí las primeras 25 familias procedentes del Empordá. Buenos viticultores, sobresalientes comerciantes y habilidosos artesanos, contribuyeron a la prosperidad y riqueza de la ciudad, que les pagó con trato igualitario y pacífica coexistencia. Hasta que en 1448 la intolerancia les arrinconó en el Call, nombre que reciben en Cataluña los barrios judíos. Al recorrer sus empedradas callejuelas, estrechas y laberínticas, donde antaño tenían su taller sastres, zapateros, tejedores, barberos, peleteros, herreros, orfebres y plateros, te embarga la emoción y el sentimiento de injusticia. Hay que ralentizar el paso en alguna de ellas, como el Carrer Sant Llorenç, subir sus empinadas escaleras, atravesar patios y porches para llegar a la antigua sinagoga, hoy sede del Centro Bonastruc ça Porta y Museo de Historia de los Judíos de Catalunya, que alberga una magnífica colección de lápidas y estelas funerarias procedentes del cementerio judío de Montjuïc (Montaña de los judíos). Para el trago, alguno de los nuevos vinos de Empordá, de uvas maduradas bajo la influencia de la Tramontana, el viento que seca y enloquece bajo la estoica mirada del mar. Hay bodegas que merecen la visita, como Castillo de Perelada. Que nos den a probar el "Ex Ex 7", o el "Finca Garbet". Luego, acercarse a las viñas de Celler Oliver Conti, en el Alt Empordá. Se asientan en terrenos ricos en pedernal. Su bodega, situada en un entorno de dura belleza, con mar y montaña en contrapunto, tiene dos casas con habitaciones para dormir. Sin olvidar las últimas bodegas, como Sota els Angels, el sueño de la antropóloga María Jesús Polanco y su esposo Guy Jones.
Podíamos seguir, porque existen más juderías, algunas tan importantes como la de Córdoba, cuna de Maimónides, la de Hervás, Segovia, Tudela... todas en lugares de excelentes vinos. Pero mejor, lo dejamos para el próximo viaje.
Más información: www.redjuderias.org
SOBRE EL AUTOR
Carlos Delgado es crítico enogastronómico de EL PAÍS desde hace 28 años y autor de El Libro del Vino y Manual del Santo Bebedor. Pionero en España del análisis profesional de los vinos, le quitó literatura al asunto. Pero no poesía: para él, que toca el saxofón y el violín, el vino es “música líquida”.