El periodista e investigador Carlos Szwarcer, nos ha cedido gentilmente este artículo que fue publicado en la revista cultural Raíces Nº 62, Sefarad Editores, Madrid, España, correspondiente a marzo de 2005 y que reproducimos en tres entregas.
Gurruchaga entre Izmir y Sefarad Por Carlos Szwarcer
Una calle de Villa Crespo que enriqueció la diversidad propia del Buenos Aires cosmopolita
Muchísimos de ellos ingresaron con pasaporte de Turquía, lo que dio lugar a que denominaran “turcos” a minorías étnicas de muy diferentes orígenes: sefaradíes, griegos, armenios, sirio-libaneses, etcétera, que además profesaban distintas religiones: islamismo, cristianismo o judaísmo. Si analizamos a los sefaradíes, de acuerdo a los censos, el mayor volumen de inmigrantes corresponde a los que partieron de dos regiones: Asia Menor, especialmente de Esmirna, de habla djudezmo (denominado indistintamente ladino, judeoespañol, castellano antiguo, espanyol, españolit, etc.) y de Siria: Damasco y Alepo, de habla árabe.
Pasaporte del Sr. José León |
Villa Crespo y la diversidad cultural
Estos “turcos” prontamente se ubicaron en un rectángulo adyacente al puerto de Buenos Aires conformado por varias manzanas a lo largo de las calles Reconquista y 25 de Mayo y delimitado, aproximadamente, por las calles Corrientes y Paraguay, a pocas cuadras de Plaza de Mayo donde se levanta la Casa Rosada, sede del Gobierno Nacional, y en barriadas periféricas no muy lejos del Riachuelo (1) . Los sefaradíes de habla española tuvieron sus primeras instituciones en el sector céntrico y en 1905 fundaron su primer Templo en la calle 25 de Mayo; tres años después crearon La Comisión de Damas “El Socorro”, de ayuda a los más necesitados.
La evolución del área céntrica provocaría el encarecimiento de las propiedades y alquileres, razón por la cual se hizo necesario buscar sitios más económicos. Interesa aquí destacar que una de las características de la comunidad judeo-española fue que, aún teniendo en común el idioma, se agruparon por barrios de acuerdo a las regiones de las que provenían.
En general, los emigrados de Turquía y los Balcanes se fueron concentrando en Villa Crespo, distante unos cinco o seis kilómetros del centro, dentro de la misma ciudad, donde ya había un conglomerado importante de judíos asquenazíes conviviendo con los primeros pobladores criollos, italianos y españoles. También se establecieron en los barrios de Constitución, Once, Flores, Floresta, Colegiales, Belgrano, etcétera.
Villa Crespo pertenecía en sus inicios al ámbito del
arrabal; hacia 1880 existía como extensos pastizales anegadizos que incluían
unas pocas y dispersas quintas.
A mediados de esa década llegaría la Fábrica Nacional de Calzado que originalmente estuvo ubicada en el centro de la ciudad y vio conveniente la adquisición de unas 30 hectáreas en esta zona prácticamente despoblada, con terrenos baratos y un arroyo próximo, el Maldonado, útil para arrojar los deshechos industriales. Su gerente, Salvador Benedit, daría impulso al lugar con esta industria en franca expansión que respondía a la formidable demanda de calzado derivada del vertiginoso aumento de población.
Este significativo “polo de atracción” para quienes buscaban empleo favoreció y caracterizó la conformación del nuevo barrio cuya denominación proviene del apellido del Intendente (alcalde) de la Ciudad de Buenos Aires, Antonio Crespo, quien en 1887 apadrinó la inauguración de la mencionada empresa participando en la colocación de la piedra fundamental.
A mediados de esa década llegaría la Fábrica Nacional de Calzado que originalmente estuvo ubicada en el centro de la ciudad y vio conveniente la adquisición de unas 30 hectáreas en esta zona prácticamente despoblada, con terrenos baratos y un arroyo próximo, el Maldonado, útil para arrojar los deshechos industriales. Su gerente, Salvador Benedit, daría impulso al lugar con esta industria en franca expansión que respondía a la formidable demanda de calzado derivada del vertiginoso aumento de población.
Este significativo “polo de atracción” para quienes buscaban empleo favoreció y caracterizó la conformación del nuevo barrio cuya denominación proviene del apellido del Intendente (alcalde) de la Ciudad de Buenos Aires, Antonio Crespo, quien en 1887 apadrinó la inauguración de la mencionada empresa participando en la colocación de la piedra fundamental.
Primero alojaron a los empleados en sus edificios,
luego en una gran casa de inquilinato construida a tal fin, conocida como
conventillo El Nacional (2) a metros de sus oficinas centrales, y en la medida
que fue haciéndose necesario se impulsaron loteos para la compra a crédito de
pequeños terrenos para la edificación de casas obreras. Sin embargo, en los
años siguientes este proceso derivó en la aparición, en torno al núcleo fabril
fundacional, de pequeños inquilinatos que albergaron a varias familias.
De tal forma el barrio fue creciendo y afianzándose con una variada población que llegaba ansiosa buscando un mejor futuro.
De tal forma el barrio fue creciendo y afianzándose con una variada población que llegaba ansiosa buscando un mejor futuro.
Alberto Vacarezza se inspiraría en el conventillo El Nacional de Villa Crespo para su célebre sainete “El Conventillo de La Paloma” que, estrenado en 1929 y con un éxito inusitado –más de mil representaciones–, exhibió en escena los nuevos arquetipos que en él coexistían: el tano (italiano), el gallego (español), el ruso (judío asquenazí), el turco (judío sefardí y otras etnias procedentes del Imperio Otomano), etc.
Según el censo de 1936 de los 2.415.142 habitantes de
la Capital Federal 120.000 eran de origen judío (5%) y de éstos unos treinta
mil (25%) vivían en Villa Crespo. Esta inmigración provenía en un 87% de Europa
Oriental y en menor medida de Europa
Central (judíos asquenazíes de habla idish). El resto (13%
aproximadamente), llamados sefaradíes, llegaron sobre todo de Siria y Líbano
(habla: árabe) y Turquía (habla:“djudezmo”); otros grupos de menor proporción
arribaron de Palestina, Egipto, Grecia, Bulgaria, Marruecos, España y Portugal,
que hablaban tanto árabe y djudezmo como español moderno.
A la luz de estos guarismos es claro que, luego de la
etapa fundacional, la barriada pasó a un segundo momento enmarcado por un
sostenido crecimiento poblacional, coincidente con la llegada de las
migraciones señaladas y que, una vez pasado este período, quedó consolidada una importante
presencia judía. No obstante, estuvo muy lejos de conformarse un gueto por
cuanto la diversidad fue construyendo un singular espacio de riqueza cultural
poco frecuente en otros lados. Aún así, Villa Crespo ha sido mencionado como
“barrio hebreo”.
A la etapa inicial del arrabal, las casas humildes, el
tango y los “compadritos” (3), se le sumó el aporte judío que hizo más
heterogéneo el espacio social, cambios que lamentaron algunos sectores, pese a
que estas transformaciones, por inevitables, finalmente no fueron resistidas.
Una de las estrofas de un tango de Alfredo Tagle Lara se hizo eco del tránsito
hacia lo diverso y la nostalgia por los tiempos idos poniendo en boca del
“guapo Requena”, un personaje que por sus fechorías estuvo largo tiempo en la
cárcel y vuelve a su hogar:
Familia Chemaya 1929 - 1930 |
Ya no sos el Villa Crespo de otros tiempos
cuando el Títere, Olegario, Pata ‘e Palo y Almanzor
te bordaron de delitos un pañuelo que hoy un pueblo de judíos te ha arrancado sin temor.
Leopoldo Marechal, escritor que, tal vez, escuchó el
susurro de musas diferentes, describió en su obra La batalla de José Luna:
“Entre las mil ciudades que abajo (en la tierra) perfuman el éter con el humo
de sus chimeneas existe una: se llama Buenos Aires. ¿Es mejor o peor que otras?
Ni mejor ni peor. Sin embargo, los hombres han construido allí un barrio
inefable, que responde al nombre de Villa Crespo”(4).
Notas
1 Denominación que recibe el curso inferior del río La Matanza en el tramo que establece el límite sur de la Capital Federal hasta su desembocadura en el Río de la Plata.
2 Un conventillo es un edificio estructurado a partir
de un pasillo abierto donde se alinean unidades de vivienda. Sus dos entradas
son por las calles Thames 139/147 y Serrano 148/156. El conventillo el Nacional debe su denominación a que fue
construido por la Fábrica Nacional de Calzado.
3 Persona provocativa y pendenciera, afectada en sus
maneras y su vestir.
4 Marechal, Leopoldo. La batalla de José Luna.
Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 1970.
Carlos Szwarcer
Publicado en: Raíces Nº 62. Año XIX. Marzo de 2005. Sefarad Editores. Madrid, España.
Fotos: Google y www.sefaraires.com.ar
Publicado en: Raíces Nº 62. Año XIX. Marzo de 2005. Sefarad Editores. Madrid, España.
Fotos: Google y www.sefaraires.com.ar